45 Aniversario de la Generación 68-71
Carmen Ruiz Haro
Integrante de la Generación 68-71 de la ENMJN
Me parece que ahora que celebramos el 45 aniversario de nuestra graduación, es un momento apropiado para que las integrantes de la Generación 68-71 de la ENMJN nos detengamos a hacer una evaluación general de nuestra vida profesional.
La Historia nos colocó en un momento crucial para la educación de nuestro país. Empezaba a reforzarse la formación de los profesores y nosotras éramos la última generación que cursaba en tres años la carrera de Profesora de Educación Preescolar. A partir de la siguiente generación la carrera sería de cuatro años con un Plan de Estudios que incluiría asignaturas que posibilitaban a las egresadas obtener el título para ejercer como profesora de educación preescolar y, además, contar con un certificado de preparatoria, posiblemente con la idea de que los egresados de las escuelas Normales siguieran estudios universitarios.
Seguramente, cada una de nosotras egresamos con la ilusión de tener, por fin, un grupo de niños preescolares a nuestro cargo, un grupo de pequeños que verdaderamente fuera nuestro y al que atenderíamos como titulares y no como practicantes. Las fiestas de graduación no nos dejaron ver que a partir del ciclo escolar 71-72 no volveríamos a estar juntas. Nuestros caminos nos separarían para integrarnos a nuevos equipos de compañeras y, para ello, la escuela nos preparó y nos fortaleció, de tal manera, que pudimos empezar a ejercer la docencia con el entusiasmo de la juventud y la certeza de que éramos capaces de responsabilizarnos de los grupos que nos asignarían: Ya éramos educadoras.
Hablo en nombre de todas mis compañeras, ya que, si les preguntamos, todas dirán que fuimos excelentes educadoras. Yo también así lo creo. Puedo afirmar que el resultado del modelo educativo con el que fuimos formadas, nos sirvió para responder con gran responsabilidad y compromiso a los requerimientos del trabajo con los niños de nuestros grupos. Seguramente empezar a recorrer ese camino no fue fácil para ninguna de nosotras. Ya no contábamos con el apoyo de nuestros profesores para que nos dijeran cómo caminar, y así fuimos integrándonos al trabajo en los jardines de niños, con el acompañamiento de los equipos de trabajo y las directoras que orientaron nuestros primeros años como docentes preescolares.
En el momento que iniciaba nuestra vida profesional, teníamos la seguridad de que los estudios cursados nos habían dado las herramientas suficientes para ejercer la docencia preescolar, estábamos lejos de darnos cuenta de lo que nos faltaba para ser un verdadero profesional de la educación. Y, aunque seguramente la gran mayoría de nosotras teníamos una gran vocación pese a nuestra corta edad, sabíamos exactamente lo que queríamos hacer en la vida y también nos dábamos cuenta de que, como profesoras de educación preescolar, debíamos seguir mejorando nuestra formación, pues egresar de la ENMJN era sólo el primer paso. Es por ello, que la gran mayoría de nosotras continuamos nuestros estudios en diferentes instituciones; lo que nos abrió otros caminos para ejercer la docencia.
Ahora, al momento de recorrer con la memoria lo que hemos vivido desde el día de la graduación, nuestros pensamientos nos llevan a lugares y momentos muy diversos. ¡Cuántas escuelas recorridas y grupos atendidos, cuántos alumnos y enseñanzas, cuántos desvelos, retos, logros y aprendizajes, y cuántos compañeros, lágrimas y años felices!
Volvemos a encontrarnos. Nos faltan algunas que se nos adelantaron en el camino, pero en su memoria y en el recuerdo de todo lo vivido, regresamos a nuestra escuela que generosamente nos abre la puerta para recordar que siempre seremos parte de esta maravillosa institución. Los años de trabajo y formación no han terminado. Aunque casi todas nos hemos jubilado, seguimos ejerciendo la docencia desde diferentes ámbitos. Tampoco ha concluido nuestra formación, pues muchas seguimos estudiando y aprendiendo cosas nuevas que nos hacen mejores profesoras y mejores seres humanos.
Hoy, en este mes de junio, nuestro mensaje especial va para las generaciones que egresan de las escuelas formadoras de docentes. Al igual que nosotras, esperamos que un día vuelvan la mirada y se den cuenta de que su vida profesional ha sido fructífera, y superen retos y problemas con civilidad, honradez y valentía. Deseamos, de todo corazón, que la fortaleza otorgada por haber estudiado esta carrera, les permita ser buenos profesores durante todos los años que dediquen a su trabajo profesional.
¡Mucho éxito y felicidades!
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