4a Jornada en Conmemoración del Día Internacional de la Mujer, ENMJN 2022
PROGRAMA DE GÉNERO
Mónica Marisol Villafuerte Alcántara
Subdirectora académica y docente de la ENMJN
Con motivo de la Conmemoración del Día Internacional de la Mujer, diversas organizaciones de la Sociedad Civil, organismos internacionales, nacionales y locales hacen hincapié en las grandes y graves problemáticas que viven las mujeres en diversas latitudes del mundo, derivadas de la desigualdad de partida y de las condiciones estructurales propias del sistema económico y su necro-política; donde, hoy más que nunca, cobra sentido la frase de Rita Segato: “cuerpo de mujer: peligro de muerte”, que encarna la realidad que muchas niñas, jóvenes y mujeres viven diariamente en nuestro país, sobre todo en aquellas poblaciones donde, además, interactúan condiciones como: la entina, la lengua, la edad, la presencia de alguna discapacidad, entre otras.
Esta realidad lacerante hace evidente el sostenimiento de la opresión sistemática del patriarcado y su mecanismo de opresión: la masculinidad hegemónica, sobre los cuerpos de las mujeres. Son sus cuerpos, nuestros cuerpos los que, material y simbólicamente, reclaman por el derecho a vivir libres, dignas y plenas.
En este escenario, cabe resaltar la grave situación a la que se enfrentan niñas y mujeres en nuestro país. Según las recientes declaraciones de ONU Mujeres: “Cerca de una de cada tres mujeres ha sido víctima de abuso en su vida”. Este organismo destaca además que, en épocas de crisis, las cifras aumentan, tal como se observó durante la pandemia de COVID-19 y las recientes crisis humanitarias, conflictos y catástrofes climáticas. Según uno de sus recientes informes, basado en los datos procedentes de 13 países: desde que empezó la pandemia, dos de cada tres mujeres denunciaron que ellas, o que una mujer que conocen, fueron víctimas de alguna forma de violencia y tienden a enfrentar problemas de inseguridad alimentaria. Sólo una de cada 10 mujeres expresó que las víctimas acudieron a la policía por ayuda (ONU, 2021).
En este marco de tendencia internacional, se identifica que, desde la aparición de la pandemia por COVID-19, algunos organismos, como el Observatorio de Género y Covid-19 en México, en su publicación más reciente (“Nos Cayó el 20. Diagnóstico y recomendaciones del Observatorio Género y COVID-19 en México. 2021”) precisan datos crudos y preocupantes entre los que encontramos que:
“Para finales de 2020, el porcentaje de llamadas de emergencia, relacionadas con incidentes por violencia de género, aumentó un 21.3% en comparación con el año anterior”. En este tenor relatan que las noticias sobre feminicidios y asesinatos violentos a mujeres han formado parte de la cotidianidad. Atribuyen el aumento de dichas cifras a la falta de políticas efectivas de prevención y a la existencia de un modelo de atención sobrepasado en sus capacidades, además de la presencia de la re-victimización e impunidad en los mecanismos y procedimientos de procuración de justicia, lo cual, sin duda, evidencia la necesidad de incorporar de manera efectiva la perspectiva de género en la atención a mujeres víctimas de violencia, en todos los órdenes y niveles del ejercicio público.
En materia de salud, las cifras no son nada alentadoras. El mismo reporte del Observatorio señala que “de acuerdo con proyecciones estimadas del Consejo Nacional de Población, durante 2020 habría 145 mil 719 embarazos –de los cuales 21 mil 575 serán embarazos de adolescentes– adicionales al promedio de los esperados en el país debido a la pandemia de coronavirus” (Contreras, 2021,p:7).
Sumando a estas problemáticas, desde la perspectiva de género y el enfoque inter-seccional, es necesario reconocer esas otras categorías que se entrecruzan para dimensionar las condiciones de desigualdad que ellas viven; por ejemplo, las mujeres con discapacidad, las mujeres migrantes, las mujeres indígenas, las mujeres afro-mexicanas, las mujeres privadas de libertad y las mujeres que viven con VIH, quienes también enfrentan diversos obstáculos para el ejercicio de sus derechos.
Todas estas condiciones, adheridas a la crisis económica a causa de la pandemia, recrudecen y profundizan las desigualdades estructurales, atravesadas por la razón de género, pues son las mujeres las más afectadas en el campo laboral, a partir de la reducción radical de su ocupación remunerada, por un lado, y la intensificación del “trabajo de los cuidados”, por otro. Es decir que, independientemente de su ocupación laboral, siguen siendo las mujeres las encargadas de las “tareas” que implican el cuidado de las y los miembros de la familia, duplicándose así las jornadas de trabajo dentro y fuera del espacio privado y del núcleo familiar.
Este desolador panorama no se encuentra desarticulado ni es ajeno a los espacios educativos; por el contrario, es en este espacio donde las desigualdades de género se reproducen y refuerzan. Las mujeres que los habitamos (estudiantes, maestras, trabajadoras, directivas) vivimos diversas situaciones que aún distan del pleno goce nuestros derechos, del ejercicio una ciudadanía participativa, y de la construcción de relaciones sanas y equitativas en los diversos ámbitos de la cotidianidad.
De ahí que sea urgente comenzar a saldar las deudas que las instituciones educativas de nivel superior (concebidas como espacios patriarcales por excelencia), y comenzar con la construcción de políticas para la igualdad y la no discriminación. Ello sólo será posible a partir de asumir y vivenciar el compromiso de las Escuelas Normales para la construcción de espacios libres de violencia, donde sean erradicas de una vez y para siempre las expresiones de misoginia y las diversas manifestaciones de los machismos que, en sus sutilezas casi imperceptibles, que refuerzan, legitiman y naturalizan la desigualdad entre hombres y mujeres.
Es, pues, nuestra responsabilidad como servidoras y servidores públicos de la educación, adelgazar las brechas de desigualdad que se expresan en nuestras aulas y espacios educativos, a través de una enseñanza pacifista y empática. Es en este espíritu que la Comisión Central Consultiva para la Equidad y la Igualdad de Género de la Dirección General de Educación Normal y Actualización del Magisterio, a través de las Escuelas Normales y Centro de Actualización del Magisterio, han diseñado la 2a jornada de conmemoración del “Día Internacional de la Mujer 8 marzo 2022”.
Los trabajos de dicha comisión son resultado de una serie de esfuerzos para echar a andar una conjunto de estrategias, articuladas y pertinentes, que atiendan la necesidad de identificar las condiciones de género que vivimos las mujeres en las comunidades normalista de la Ciudad de México, y así, contribuir a la erradicación de las violencias, principalmente aquellas basadas en el género, dentro de los espacios educativos, mediante diversos mecanismos de prevención, atención, sanción y seguimiento; así como contribuir a la construcción de una cultura de la paz en las instituciones formadoras de docentes.
Dicha empresa ha comenzado a gestar grandes esfuerzos y voluntades, en el caso de la Escuela Nacional para Maestras de Jardines de Niños, encontramos sus primeros esbozos y despertares en el ciclo escolar 2015-2016 para institucionalizarse como Programa de Género en el ciclo escolar 2018-2019, resultado de la conjunción de diversas voces y miradas que convergen para visibilizar la urgente necesidad de atender principalmente a la población estudiantil.
De lo anterior, resulta esperanzador que el diseño de nuestra 4ª Jornada en Conmemoración del Día Internacional de la Mujer, cuente con la participación de especialistas en materia de género, colaboradoras externas, así como maestras, maestros y estudiantes de nuestra querida ENMJN, comprometidas y comprometidos con la construcción de una comunidad educativa más sana e incluyente.
Sirva este espacio también, para honrar y agradecer a las mujeres que nos antecedieron, quienes, a partir de los movimientos colectivos, académicos, artístico-culturales y políticos, dieron voz a las demandas, necesidades, deseos y búsquedas por una sociedad más justa y pacífica.
Sea esta una invitación y una ventana para mirar nuestras propias dolencias, para reconocer nuestras historias, para atrevernos a construir a través del diálogo y el encuentro con otras mujeres, la posibilidad de sanar y de resignificar nuestras experiencias, para enunciar y tejer un presente y futuro mejor para todas.
Para concluir, es preciso saber que esto no sólo es deseo y tarea de muchas mujeres; es también una invitación a la deconstrucción de las masculinidades, es una provocación para generar el encuentro entre hombres y mujeres fuera de los márgenes de la hegemonía, el privilegio y la opresión. Sirva este espacio para la construcción de una pedagogía de la paz y del amor.♦
¡Vivas, plenas y felices nos queremos!
CARTELES E INVITACIONES CON AGENDA DE ACTIVIDADES, EN LA ENMJN Y EN DGENAM
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TEXTO DE CONSULTA:
Nos Cayó el 20. Diagnóstico y recomendaciones del Observatorio Género y COVID-19 en México. 2021. (Coord. Gerardo Contreras, Equis Justicia para las Mujeres)
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