¡Buen viaje, compañeras!
Discurso de despedida de la Generación 2013 – 2017
Fanny Angel
estudiante de la ENMJN
Buenas tardes profesores, público en general y colegas que nos acompañan en este día. Es para mí un placer poder encontrarme en este lugar, diciendo estas palabras que no son más que un hasta siempre. Es una ocasión magnífica de tantas que nos ha dado esta casa de estudios. Hoy con este acto se culmina una de las metas que nos hizo coincidir en este camino, ciertamente una meta importante, la que nos obligó a vivir tanto alegrías, estrés y cansancio, como jornadas arduas de trabajo, risas y amistades, además de esfuerzos, retos y satisfacciones, pero, sobre todo, el orgullo al comprobar que, tras cuatro años, hemos logrado culminar la licenciatura.
En este momento viene a mi mente aquel primer día que puse un pie en esta institución, sentir que la piel se erizaba al mirar el espacio abierto y cada pared, ver a las estudiantes y anhelar ser una de ellas, mirar el destello de esa alberca que contenía tantas historias y aventuras generacionales; todo en conjunto, me hacía sentir una gran aspiración. Y seguramente no fui la única en tenerla.
Tras grandes esfuerzos, logramos ser parte de una generación. Llenas de inquietud, retos y muchos anhelos, pisamos cada una de las aulas, pasamos por cada audiovisual. Y ahí adentro, en la comodidad de la penumbra, ¡aquella que no se sintió como en cama deseando una cobija, se puede decir que nunca pasó por la Nacional! ¡Y qué decir de las escaleras!, quien nunca llegó al aula a punto de un paro cardiaco, es que nunca sintió la presión de llegar antes que el maestro; quien nunca se acostó en nuestra gran área verde, jamás sintió lo que es quedarse dormida después de haber tenido una velada de trabajo con sólo tres horas de descanso… En fin, aquella que no deseó con ansias entrar a la alberca, así fuera con el agua helada, jamás podrá hablar de la sensación de congelarse en menos de lo que dura el tiempo libre entre una y otra clase.
En cuanto a los maestros, ¡qué decir de ellos! Cada uno brindaba un acompañamiento tan distinto, que sin duda constituía una experiencia que jamás olvidaríamos. Había aquellos a quienes les teníamos gran confianza, con quienes la clase era tan rápida que anhelábamos ya la próxima, esos maestros que nos dieron confianza, que nos incitaban a ser mejores cada día, que una palabra bastaba para ayudarte a creer nuevamente en ti misma. Había otros que comprendían que lo único que queríamos es que la jornada terminara, y por ello hacían de la clase una verdadera fiesta de ánimo y conocimiento. Gracias a todos ellos por tanto que nos dieron. Hoy podemos decir que sus esfuerzos han dado los más grandes frutos.
¿Y cómo olvidar la primera práctica? Los nervios de llegar a un jardín de niños y ver a 20, 30 y hasta 50 criaturas esperando ser el centro de tu atención. ¿Cómo olvidar el primer “m-a-e-t-a” proferido por sus labios, para dirigirse a ti? ¿De qué manera superamos el momento en que te embarraste la mano de mocos, aquel instante en el que las lágrimas de un chiquillo te hicieron olvidar el mismo enojo que te hizo pasar? ¿Cómo negar aquella ocasión en la que les dijiste que era la última oportunidad, o bien, voy hablar hasta que guarden silencio, o estoy triste porque no me hacen caso, o me voy a ir con otros niños porque ustedes no me escuchan, o dime tú…?
Después de tantas y tantas experiencias, queda para siempre en nuestro corazón aquel regaño del que te desististe a los tres segundos porque te ganó la risa al ver sus caritas. Entonces, que alguien nos diga qué anécdota puede rebasar la búsqueda de un objeto dentro de las profundas bolsas de esa bata, para encontrar de todo, justo menos eso que buscabas… De esta manera, se podría hacer la lista interminable de cada momento que vivimos gracias a nuestra querida ENMJN y que, si en otra vida tuviéramos la oportunidad de elegir, lo volveríamos a vivir. Cada una de nosotras dejó algo en esos jardines por los que transitamos. Pero, sin duda alguna, lo más importante son aquellos pequeños maestros de 3 a 6 años de edad que habitaban en esos espacios y que hicieron de nosotras las docentes cuanto somos hoy.
Gracias también a nuestros padres, hermanos, amigos, parejas, compañeros, hijos… que nos aguantaron en las horas de más presión, que lidiaron con nuestro mal humor por no haber dormido; gracias a quienes nos ayudaron a cargar la bolsa de la educadora, a quienes dejaron de comprar algo con tal de ayudarnos a conseguir un detalle para nuestros alumnos; estamos agradecidas con quienes formaron parte de todos esos momentos.
Ahora dejamos esta escuela, con ello, abandonaremos los cafés por las mañanas, renunciaremos a las compras excesivas de material: las hojas y las cartulinas, los títeres y tanto más. Le decimos adiós a las idas a comer con La More, al júbilo de las personas de la cafetería, a comprar dulces y chicharrones para aguantar la jornada. Pasaremos a otro tipo de cansancio, a otro nivel de estrés, en fin, a otros momentos de disfrute.
Al mirarte hoy en el espejo, puedes saber que no eres la misma, puedes ver en ti grandes dificultades que te hicieron más fuerte, experiencias colosales que hicieron de ti toda una docente llena de pasión por la profesión, con formidables habilidades y capacidades que te caracterizan como persona y, mejor aún, como maestra. Simplemente puedes mirar de frente a la lograda Licenciada que hoy eres.
Llega pues el momento del adiós, de despedirnos de la vida de estudiantes y recibir con gusto nuestro título tan merecido; llega hoy el momento de agradecer a nuestra alma máter y comenzar con fuerza nuestra siguiente labor, y con ello, dejar bien en alto nuestra institución, para decir con orgullo: “soy Licenciada en Educación Preescolar, soy ENMJN”.
Abrazo a cada una de las estudiantes y maestros, y aplaudo fuerte por esta meta. Compañeras: ¡lo logramos!
¡Muchas gracias!♦
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