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Ciudadanía: una construcción desde la infancia

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Ciudadanía: una construcción desde la infancia

Dulce María de Jesús García

 

 

 

Estas líneas se abocan a explicar la manera en que, desde los primeros años de vida, se construye la ciudadanía a través de las prácticas generadas en los contextos inmediatos al niño, como la familia, el cuidado profesional y el primer acercamiento a la sociedad, que es justamente la educación preescolar; lo que conduce a considerar que la ciudadanía es un objeto de transformación, gracias a los límites y potencialidades creadas en la infancia mediante nuevas experiencias, nuevas posibilidades de desarrollo y de conocimiento, formando conciencia de la necesidad de ciudadanía, ya que ser ciudadano es serlo todos los días sin importar las inagotables opciones de relación con los otros, en los distintos escenarios. Más adelante, analizaremos y reflexionaremos acerca de mecanismos para potenciar una ciudadanía participativa iniciada desde la infancia.

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) refiere el significado de ‘ciudadanía’ como ‘cualidad y derecho del ciudadano y conjunto de ciudadanos de un pueblo o nación’. Esta acepción conduce a que el ciudadano es natural o vecino de una ciudad y que está en posesión de los derechos que le permiten tomar parte en el gobierno de un país. No obstante, Ramos (2009) refiere que

el término ciudadanía [también] está integrado por dos elementos: a) cualidad y derecho de ciudadano y, b) la identidad de pertenencia a un pueblo. Estos mismos elementos se encuentran en la palabra citizenship que remite a: a) el estatus de ser ciudadano, y b) a la voz que refiere a la membresía de una comunidad.

Es por ello que la importancia de la ciudadanía se refleja como una construcción histórica y, en consecuencia, las maneras de percibirla, de entenderla, de practicarla y de legislarla varía de acuerdo a como se desarrolle el sujeto a lo largo de la vida.

Frente al concepto tradicional de ‘ciudadanía’ se intenta la reivindicación del mismo implicando el empoderamiento de la persona sobre su espacio, su tiempo, su historia y su cultura, convirtiéndose a su vez, en un sujeto histórico, activo y protagonista capaz de transformar su realidad personal y su entorno social, desde los primeros años de vida.

Ese concepto debe considerarse como un campo donde es posible construir conocimientos, actitudes, valoraciones, razonamientos y elecciones que posibiliten el bienestar individual y el bien común. Para ello, primero hemos de entender cómo se sitúa el concepto de ‘ciudadanía’ en términos globales y, por consiguiente la importancia de construirla desde la infancia.

En primer lugar, tenemos que la infancia posee dificultades, ya que ella se desenvuelve ante situaciones de riesgo y de vulnerabilidad, teniendo como consecuencia una limitante ante la participación social. Asimismo, el desarrollo humano debería tener un impacto y una importancia para potenciarlo desde la infancia, pues al conocer y comprender al sujeto desde el inicio de la vida, dentro de sus circunstancias individuales y sociales, se construye una identidad y, por ende, una ciudadanía.

En segundo lugar, tenemos que, para comprender el desarrollo de la ciudadanía desde la infancia es tan relevante el aspecto biológico como el social, sin predominios ficticios de uno sobre otro. Puede inferirse entonces, que en los niños los procesos de adquisición de conductas se presentan en la intrincada relación entre las motivaciones y los conocimientos que van adquiriendo en el mundo físico y social, procesos estrechamente relacionados con la adquisición de competencias propias y de la inclusión de valores transmitidos desde el hogar. Es decir, durante la primera infancia, las familias de manera natural son el contacto constante y primario del niño para interactuar con su medio, de esta manera, el desarrollo está en constante evolución, debido a que el individuo nace en sociedad y es en el seno familiar donde se lleva a cabo su primera formación y, con ello, la adquisición de las competencias sociales requeridas como parte del mismo proceso para satisfacer otras necesidades de mayor complejidad, ya  sean propias o con el entorno que le rodea. Es así que para la construcción de ciudadanía infantil el primer acercamiento a la sociedad es el encargado de favorecerlo.

Por otro lado, y en relación con lo antes mencionado, desde la infancia la perspectiva de justicia, también facilita los procesos de formación de la ciudadanía, es decir, por ser la niñez un período de alta vulnerabilidad y de mayor dependencia social, son los padres y/o las instancias de cuidado, los responsables directos de atender las necesidades básicas y el desarrollo de las capacidades de los infantes. Además, haciendo referencia a la condición de legitimidad ineludible de las actividades diarias con contenido moral y lo bueno de una acción individual y/o grupal, lo justo y socialmente exigible es universal en todos los niveles.

En ese sentido, la ciudadanía infantil implica desarrollar en el niño su potencial de participación en un contexto de valores, siendo indispensable la consideración de comprender a cada miembro en su condición particular, sin tratar de medir con el mismo patrón a todos sus miembros, posibilitando con ello la igualdad cívica para todos, sin afectar a unos sobre otros.

Por lo anterior, las necesidades urgentes de cambios sociales marcan de manera ineludible el rescate de valores morales y ciudadanos desde las primeras etapas de vida, ya que librar dichos valores desde las acciones más tempranas y rutinarias del cuidado cotidiano de padres o especialistas en el desarrollo de un infante es indispensable para la construcción de una autonomía nutrida de conocimiento, autorregulación, autoconciencia y bajo la disposición de una capacidad para el estímulo de la ciudadanía.

Por ello, la necesidad de formación de la ciudadanía infantil debe comenzar eliminando prácticas individualistas y ociosas; es por eso que sea cual fuere la situación de los infantes, ellos requieren formarse para llegar a ser ciudadanos proactivos, solidarios y participativos, conscientes de sus necesidades, derechos y obligaciones.

Por último, la importancia de formar ciudadanos, refiriéndonos a “aquel individuo ocupante de un área territorial (urbano-rural) que posee derechos y deberes, encontrando amparo en su constitución, [proactivo de su deber y de su identidad]” como lo define Hernández – Araque (2016), se centra en no apartar al infante del ejercicio social, y más bien en adoptar, complementar y/o modificar acciones para su intervención con el fin de que, desde esta primera etapa, los más pequeños se integren, comprendan y asuman la responsabilidad de ser partícipe en el quehacer que la ciudadanía demanda.

Como se ha mencionado, este desarrollo debe iniciar desde temprana edad, lo cual puede conseguirse abarcando todas las competencias cognitivas, emocionales, comunicativas y sociales necesarias, generando con ello espacios para la práctica, la cooperación y la integración para la formación ciudadana, de manera que permitan involucrar a las familias, a los cuidadores profesionales, a los educadores, etc., para generar un mayor impacto, pues se trata de empoderar al sujeto moral, al sujeto ético, al sujeto de derechos y al sujeto ciudadano de subjetividades interdependientes, siendo capaces de intervenir y transformar la realidad inmediata. Y, por supuesto, qué mejor si eso ocurre desde la infancia.

 

 

Bibliografía y referencias

  • Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. https://dle.rae.es [Fecha de la consulta: 20 de noviembre de 2021].
  • Hernández-Araque, M. J. (2016). Urbanismo participativo. Construcción social del espacio urbano. Colombia: Universidad La Gran Colombia.
  • Ramos, M. A. (2009). La participación ciudadana en la esfera de lo público. Toluca, México: Espacios Públicos.

 

CC BY-NC-ND 4.0 Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Acerca de Dulce María de Jesús García

Estudiante del 3er semestre en la ENMJN. Como formación inicial es Planificadora Territorial, egresada de la UAM Xochimilco. También es estudiante en curso de la licenciatura en Educación e Innovación Pedagógica por la UPN. Considera que la comunicación y el trabajo en equipo son fundamentales para la sana convivencia.

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