Clausura del Ciclo Escolar 2017 – 2018
Escuela Nacional para Maestras de Jardines de Niños
ENMJN
Henos aquí hoy, ante cuatro años de esfuerzo y de experiencias, cuatro años de responsabilidad y de agitación, de retos compartidos en cada uno de sus días para enfrentar una realidad desde un lugar nuevo; desde la preparación y el desafío del conocimiento, hasta el privilegio de ser al fin, a los ojos del mundo, una maestra de preescolar, con todas las herramientas habidas, con todas las batallas libradas. Y eso es mucho.
El momento, como es de suponer, exige reverencia. No sólo porque hoy celebramos un ciclo cumplido, sino por poder albergar una gran esperanza en buenas manos, una condición hecha hoy realidad y que es la de la conciencia de hallarse bien provisto frente a la contingencia de ayudar a crecer, de ayudar a vivir; de apuntalar a lo más maravilloso y, a la vez, a lo más delicado, que es la infancia: el ser niño, el ser niña. Y porque sólo siendo un preescolar bien apuntalado, bien instruido, se puede aspirar en verdad a lo grande, digámoslo así, a seguir siendo grande, a seguir siendo niño. Hagamos de los niños, como decía Alfonso Reyes, niños seguidos por el sol.
Es este un punto de agradecimiento, de júbilo por apreciar la cosecha lograda. Ahora que es visible el trabajo que fructificó de parte del esfuerzo de cada estudiante y de cada docente, con todo lo intrincado que hubo en el camino, con los desvelos y las lágrimas de que no dan cuenta calendarios ni planes. Todo eso que de humano le sirve a una pasión de cumplir una meta: ser una educadora. Ponerse la ropa de trabajo, los bolsillos bien clasificados, bien dispuestos, y hacerse todo un camino en ello.
Docentes y estudiantes (ENMJN)
Danos, decía el poeta Luis Cernuda, “la paz de los deseos satisfechos, de las vidas cumplidas”. Con qué júbilo contestamos esa máxima para afirmar que, en efecto, así ha sido. Estamos hoy llenos de sentido, de la pasión que ahora exige nuevas luchas, acaso más personales y más comprometidas, como la que cada educadora egresada tendrá frente a sí, con esa originalidad y espontaneidad que ahora será momento de mostrar, más allá del premio o la reprenda de una calificación, de una nota, más allá de darse cuenta de que no habrá alguien para decir si el ensayo está bien o mal, pues no es tiempo de ensayos. Los niños están ahí, simplemente pidiendo, con todo su privilegio y su carencia, con toda su exigencia y su gran merecer.
Gracias a cada una de ustedes, estudiantes de la Escuela Nacional para Maestras de Jardines de Niños, por hacer digno ese compromiso que es todo una promesa; la de enseñar, atender e inspirar a los pequeños de nuestro país. Y por que, erradamente solemos considerarlos como un futuro, cuando, antes que nada son lo más tangible de nuestro presente, lo más cercano y patente. Ser niño, es ser.
No queda más que recordar que el itinerario de este viaje por fin se ha consumado. Viene ahora el alegría y la inquietud de seguir por cuenta propia. No obstante, y es bueno saberlo, el pasado que nos da el haber transitado por la ENMJN nunca es un pretérito del todo: cada una de sus historias, de su presencia, es y será muy importante. Pues cada día, por ello, somos ese sol, ese sueño, y nos reconocemos mejores y más grandes. Es esta el alegría de pertenecer a una familia como la de nuestra escuela. No nos queda más, pues, que decirles: ¡felicidades, y cada vez, más bienvenidas!♦
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