Cuidado y preservación del medio ambiente:
una mirada al contexto internacional
María Esther Acosta Jiménez
estudiante de la ENMJN
Araceli Benítez Hernández
docente de la ENMJN
¿Cuál es la visión internacional en relación con el cuidado y preservación del medio ambiente? Esta pregunta, sin duda, es una que, entre otras, orienta la formación y actualización de los profesores de educación básica. La razón es que el cuidado del medio ambiente, así como la inclusión, la promoción de los derechos humanos y la cultura de paz, los temas de género, la construcción de comunidades libres de violencia y la necesidad de impulsar vivir saludablemente, son cuestiones que actualmente forman parte de la agenda educativa. En los últimos años, el tema de la preservación y cuidado del medio ambiente ha tomado importancia.
La atención al entorno, además de abordar el área de la ecología, hoy incluye las implicaciones de la relación entre hombres y naturaleza. Se sabe que el ser humano, con el fin de satisfacer sus necesidades, ha desencadenado procesos que, si bien han hecho posible el desarrollo de la especie, han alterado, en esencia, a la naturaleza. Momentos históricos como la Revolución Industrial, iniciada en el siglo XVIII y la consecuente industrialización característica de los siglos XIX y XX, han constituido un poderoso factor de transformación sobre el planeta. Los cambios que, de forma voluntaria o involuntaria, se han provocado en la Tierra, no siempre han podido ser justificados con la búsqueda del bienestar y el desarrollo de toda la población.
El ambiente no se circunscribe al medio que nos rodea; tampoco a la suma de la naturaleza más las especies y las poblaciones biológicas en él contenidas. El ambiente “representa, además, una categoría social constituida por comportamientos, valores y saberes; el ambiente como una totalidad compleja y articulada está conformado por las relaciones dinámicas entre el sistema natural y social” (Pacheco, 2005). Diversas han sido las concepciones de ‘ambiente’ que se han construido a través de la Historia; todas ellas tratan de explicar las relaciones entre los seres humanos y el entorno. El interés por revelar la vinculación entre las personas y su entorno desde enfoques ambientalistas, ecologistas, tecnológicos, económicos, políticos o deterministas culturales o deterministas naturales, se ve reflejado en las diferentes estrategias propuestas por los gobiernos para promover la educación de los sujetos respecto al cuidado y preservación del medio ambiente.
La Declaración Mundial sobre Educación para Todos, realizada por la UNESCO (1990), hace mención de que “toda persona tiene derecho a la educación” (pág. 1). Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados por distintos países alrededor del mundo, continúan las siguientes realidades, la intensión de ampliar la cobertura a toda la población, en particular, de los niños y las niñas, ha sido un propósito que nunca se ha completado. Así, los países que conforman la UNESCO, reunidos en Jomtien (1990) señalaban que:
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Más de 100 millones de niños y de niñas, de los cuales 60 por lo menos son niñas, no tienen acceso a la enseñanza primaria.
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Más de 960 millones de adultos –dos tercios de los cuales son mujeres– son analfabetos; y, además, en todos los países, tanto industrializados como en desarrollo, el analfabetismo funcional es un problema importante.
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Más de la tercera parte de los adultos del mundo carecen de acceso al conocimiento letrado y a las nuevas habilidades y tecnologías que podrían mejorar la calidad de sus vidas, ayudarles a adquirir una identidad y a adaptarse al cambio social y cultural; y Más de 100 millones de niños e innumerables adultos fracasan en completar los programas de educación básica; otros millones cumplen los requisitos de asistencia, pero no adquieren conocimientos y habilidades esenciales. (pág.141)
La falta de acceso a la educación es incuestionable. La educación evita que las personas de todo el planeta, particularmente los niños y las niñas, ignoren aspectos básicos de convivencia y preservación con el ambiente. Ante dichas realidades, los gobiernos del mundo han tenido diferentes iniciativas tendientes para lograr una educación básica para todos. En este sentido, en la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, celebrada en Jomtien, Tailandia, (1990), se declaró que:
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La educación es un derecho para todas las personas, hombres y mujeres, de todas las edades, a través de todo el mundo.
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La educación es capaz de ayudar a garantizar un mundo más seguro, más sano, más próspero y ambientalmente más puro y que simultáneamente contribuye al progreso social, económico y cultural, a la tolerancia, y a la cooperación internacional.
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El saber tradicional y el patrimonio cultural autóctono tienen un valor y una validez por sí mismos y la capacidad tanto de definir como de promover el desarrollo. (pág. 9)
En el mismo documento, la educación se reconoce como uno de los pilares más importantes para la formación de las personas en la búsqueda de la armonía y respeto al entorno natural y social, instando a los gobiernos formantes a generar políticas nacionales (incluidas políticas educativas) tendientes a la integración de sus habitantes y ciudadanos. En este rubro, integración, significa, también reconocerse en su vínculo indisoluble con la naturaleza. Años más tarde, la “Declaración Mundial Sobre Educación para Todos” llevada a cabo en Dakar, Senegal (2000), evaluó el progreso realizado desde Jomtien y se renovaron los compromisos de alcanzar las metas y los objetivos de Educación Para Todos (EPT). En Dakar (2000), la evaluación mostró el avance conseguido en muchos países. Sin embargo, en la realidad mundial, seguía escaseando el acceso a la enseñanza primaria. Por lo que los países firmantes se comprometieron a alcanzar los siguientes objetivos, conocidos también como los Objetivos del Milenio:
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Extender y mejorar la protección y la educación a la primera infancia, especialmente para los niños más vulnerables y desfavorecidos.
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Velar por que antes del año 2015 todos los niños, y sobre todo los que se encuentran en situaciones difíciles, tengan acceso a una enseñanza primaria gratuita y obligatoria de buena calidad y la terminen.
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Velar por que las necesidades de aprendizaje de todos los jóvenes y adultos se satisfagan mediante un acceso equitativo a un aprendizaje y a programas de preparación para la vida activa.
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Aumentar del 2000 al año 2015 el número de adultos alfabetizados en un 50%, en particular tratándose de mujeres.
Para el logro de dichos objetivos, se propusieron diversos compromisos. Uno de ellos fue: “elaborar planes nacionales de acción y aumentar de manera considerable la inversión en educación básica, así mismo atender a las necesidades de los sistemas educativos afectados por conflictos, desastres naturales e inestabilidad y aplicar programas educativos que fomenten, la paz y la tolerancia y contribuyan a prevenir la violencia y los conflictos.” (UNESCO, 2000.) A pesar de que los diferentes informes del Educación Para Todos muestran avances en el tema educativo en la mayoría de los países firmantes, en la evaluación realizada en el año 2015, la UNESCO pone énfasis en la atención a los grupos marginados quienes ven limitado su derecho a la educación.
Muchas han sido las voces que, a lo largo de los siglos XX y XXI, se han levantado para llamar la atención de los diferentes actores sociales (políticos, líderes religiosos, medios de comunicación, artistas, etc.), así como de la totalidad de la población, respecto a la urgencia de reconocer la responsabilidad de los pueblos sobre el cuidado y preservación del medio ambiente. Edgar Morín, en su libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro (1999), hace referencia a la necesidad de educar a los sujetos en relación con su naturaleza humana y su presencia en un planeta al que todos estamos sujetos. El autor insta a cambiar de una vez el modo en que la gente interactúa con el mundo, si en verdad se desea que sobreviva y que nos sobrevivamos nosotros mismos.
Recuperando para este trabajo los Siete Saberes para la Educación del Futuro propuestos por Edgar Morin (1999), nos centraremos en el tercer saber, que es “Educar la Condición Humana”. Al respecto, Morin confirma que conocer el ser humano es situarlo en el universo y, al mismo tiempo, separarlo de él. El individuo “debe reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural implícita en todo lo humano.” (pág. 23) Es necesario recordar, entonces, las condiciones propias del ser humano: su naturaleza cósmica, su naturaleza física, su naturaleza terrestre y su naturaleza humana. Todas ellas, como puede observarse, atan la humanidad al planeta Tierra, al universo conocido y al cosmos desconocido. La idea de ‘educar para el futuro’ urge a velar por que “la idea de unidad de la especie humana no borre su diversidad, y que la de su diversidad no borre la de unidad” (Morín, 1999, pág. 26). Las dimensiones humanas para considerar en esta encomienda son lo individual, lo social, la diversidad cultural y plural de los individuos, así como el reconocimiento de su uni-dualidad (racional-delirante, trabajador lúdico, empírico imaginador, económico dilapidador, y prosaico-poético).
Edgar Morin (1999) es enfático en señalar la necesidad de enseñar la identidad terrenal, pues:
el horizonte planetario es fundamental en la educación de hoy y del futuro: el desarrollo de un auténtico sentimiento de pertenencia a nuestra tierra es imprescindible para el desarrollo de la conciencia antropológica, ecológica, cívica y espiritual. Hoy, la tecnología acerca la diversidad humana y todos aquellos lenguajes secretos a nuestros oídos ya son más claros y podemos, por fin, comenzar a caminar de la mano hacia un nuevo destino, que es volver a relacionar las culturas, volver a unir lo disperso. (pág.24)
Para Morin, el “planeta no es un sistema global sino un torbellino en movimiento, desprovisto de centro organizador” (Morín, 1999, pág. 34), donde se escenifica el fenómeno de la mundialización. La mundialización, en el amplio sentido de lo cultural, debe ser entendida desde dos descripciones, al parecer distantes de la economía y la geografía. Según el pensamiento del autor, para lograr trascender desde ser una cultura hasta ser habitantes de la Tierra, se requiere apuntar al desarrollo de una conciencia antropológica, de una conciencia ecológica, una conciencia cívica-terrenal y una conciencia espiritual.
En la segunda mitad del siglo XX, la preocupación por el medio ambiente se extendió en los ámbitos políticos, sociales y científicos, de tal forma que la inexistencia del cambio global del medio ambiente y la posibilidad de una catástrofe ecológica, debida a problemas universales como la reducción de la capa de ozono, el calentamiento del planeta por el efecto invernadero, el cambio climático, la destrucción de la biodiversidad y, en general, la contaminación del aire, la tierra y el agua, son temas que han alcanzado consenso. Los debates actuales se han concentrado en las causas de esos problemas y cómo estos están enraizados en diversos aspectos de la conducta humana, como son el crecimiento de la población, el consumo abusivo de los recursos naturales y la falta acciones decisivas que permitan su conservación. (Álvarez y Vega, 2009)
El deterioro medioambiental es un problema provocado por el incremento de la población, por el modelo de organización social y por los hábitos de consumo y los procesos de producción y transformación. Así, numerosos problemas medioambientales son, en esencia, problemas conductuales, sociales y culturales a nivel del hogar individual, de las compañías de negocios, industrias y departamentos gubernamentales. (González López 2002). Es así como, abordar desde la escuela y el aula las relaciones entre los humanos y el medioambiente, obliga a la reflexión sobre el rol que el docente debe jugar. El conocimiento del contexto internacional en la materia permite que el futuro profesor de educación preescolar reflexione sobre la forma de su próxima inserción a las aulas, con una exigencia mayor y un compromiso con el cuidado y la preservación del medio ambiente.♦
Bibliografía
- Álvarez, P. y Vega, P. (2009). ACTITUDES AMBIENTALES Y CONDUCTAS SOSTENIBLES. IMPLICACIONES PARA LA EDUCACIÓN AMBIENTAL. Revista de Psicodidáctica, 14 (2), 245-260. ISSN: 1136-1034. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=175/17512724006 consultado 12 enero 2020.
- González, A. (2002). La Preocupación por la Calidad del Medio Ambiente. Un modelo Cognitivo sobre la Conducta Ecológica. [Memoria doctoral] Madrid. Disponible en https://eprints.ucm.es/4390/1/T26479.pdf consultado 13 enero 2020
- Morín, E. (1999). Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro. Disponible en https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000117740_spa consultado 11 enero 2020
- Pacheco, M. (2005) El ambiente, más allá de la naturaleza. En Elementos: Ciencia y Cultura. Enero – marzo, año/vol. 12. Número 057. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. México. pp. 29-33. Disponible en https://www.redalyc.org/pdf/294/29405704.pdf consultado enero 08 2020
- (1990) Declaración Mundial sobre Educación para Todos y Marco de Acción para Satisfacer las Necesidades Básicas de Aprendizaje. Disponible en https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000127583_spa consultado: 09 enero 2020
- (2000) Foro Mundial sobre Educación. Informe final. Disponible en https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000121117_spa consultado 07 enero 2020
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