El sentido de las humanidades a contracorriente
Alberto Ponce y el acompañamiento a la docente en formación
Noé G. Palomares
docente de la ENMJN
El Portal de VOCES se complace en presentar en esta ocasión un trabajo peculiar, cuya textualidad múltiple nos lleva a reparar en el sentido de la escritura misma. Las siguientes líneas, gestadas por Noé G. Palomares (LIGA a perfil de autor), quien es docente de la ENMJN y colaborador de este sitio, se despliegan en un contexto de diálogo con un interesante artículo publicado aquí mismo, a poco más de un mes, por tres estudiantes de nuestra institución: Alondra Itzel Barrón Olvera, Guadalupe Beatriz Guevara Montes y Karla Edith Maqueda Rivera, a propósito de la Vida Cotidiana del Niño (LIGA al artículo), texto que, a su vez, fue motivado y guiado por el maestro Alberto Ponce Cortés (LIGA a perfil de autor). Este sentido intertextual y de discusión en el ámbito público de la divulgación aporta profundidad en el intercambio de ideas, faculta el seguimiento de las mismas y ayuda a consolidar la reflexión crítica. Felicitamos, de antemano, a cada uno de los autores aquí involucrados. Además, aprovechamos la ocasión para poner a disposición del lector algunos de los textos académicos de los que aquí se habla.
Estimado Alberto Ponce,
como platicamos en diversas ocasiones sobre los nuevos significados de la Historia en el trabajo docente y tus iniciativas para la formación, me parece oportuno destacar algunos elementos y rememorarlos hoy, en un ambiente de vida que va resultando cada vez más rápido y sin sentido. Tienes la fortuna de ser egresado de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BNM) y, además, de haber estudiado en la UAM. Con esto quiero resaltar que eres capaz de combinar la experiencia normalista y la universitaria. Puedes recuperar su valor, debido a que los diseñadores del currículo del nuevo Plan de Estudios de Educación Preescolar 2018, consideraron que no era necesario integrar a la Historia y filosofía, disciplinas madres en la formación docente. Van enseguida algunas reflexiones y comentarios al esfuerzo que realizas con Alondra, Guadalupe, y Karla, autoras del artículo “La vida cotidiana del niño” del que apareces como coordinador de proyecto.
Quiero empezar con una cita de Pablo Escalante de su artículo Sentarse, guardar la compostura y llorar entre los antiguos nahuas (El cuerpo y el proceso de civilización): “las mujeres nahuas (así como las otras mujeres mesoamericanas) pasaban una buena parte de su tiempo dedicadas a tres tareas básicas: hilar, tejer y moler en el metate. Las tres labores obligaban a la mujer a permanecer sentada frente a los instrumentos: En los casos del tejido y la molienda, las propias técnicas exigían una determinada posición; invariablemente la mujer debía plegar las piernas y sentarse sobre talones. Los empeines quedaban directamente en contacto con el piso y expuestos al roce producido por el ir y venir del tronco y los brazos, especialmente intenso en la acción de moler.” Como podemos apreciar, para realizar estas tareas básicas se ejecutaba al mismo tiempo una postura que era tanto de trabajo como de reposo.
Este pasaje, en conjunto con el artículo mencionado de las docentes en formación Alondra, Guadalupe, y Karla (La vida cotidiana del niño), me hicieron recordar una experiencia que viví de niño junto a mis padres, quienes tenían entonces un compadre en la zona chinampera de San Gregorio Atlapulco, con el que frecuentábamos ir a comer; y, en una ocasión, en la cocina, la esposa (y comadre de mis papás) estaba moliendo el maíz en metate, y en una lámina calentada por el carbón, colocaba con delicadeza sopes y tlacoyos, mismos que ella preparaba con arte y paciencia. Recuerdo que conversé con ella, recuerdo asimismo sus largas trenzas y la gran facilidad para contar las historias de su pueblo y cómo sus antepasados le habían enseñado a cocinar. Ella era excelente narradora. Me asombró la manera en que relataba la atmósfera y los pormenores de las anécdotas. Mi imaginación volaba como en cientos de fotografías simultaneas. Estos recuerdos se reforzaban cuando ella me daba un poco de masa para darle figura, aplanarla y colocarla ya como sopes en el comal. También me enseñaba los utensilios, sus nombres y cómo se debían manipular.
Al mismo tiempo, en ocasiones como ésa, yo escuchaba acerca de las técnicas de cultivo y de las plantas en general, de las flores de calabaza que se usaban para hacer quesadillas, del huitlacoche y la salsa de chile chicuarote. Tal era la vida cotidiana del siglo XX. Si lo pienso, no tardo en percibir el gran contraste de cómo viví esas experiencias y de cómo las estoy contándolo ahora, de una historia oral que me fue comunicada a unas líneas escritas. Y como dijera Cecilia Rabell Romero en su artículo Trayectoria de vida familiar, raza y género en Oaxaca colonial, esto “nos obliga a replantear la existencia de un modelo urbano de familia caracterizado por la elevada frecuencia de familias encabezadas por mujeres”. Y así es, pues fue una mujer nahua quien me enseñó esos conocimientos a través de la historia oral, quien encabezaba la organización y la dirección de su familia, y quien me enseñaba sobre la vida cotidiana, y, desde la oralidad, me fue contando la historia de su tiempo. Ella me parecía una maestra porque justo me acompañaba en el proceso de aprender cómo era la vida, sus costumbres, su cultura, y, desde luego, cómo cocinar esos deliciosos sopes y quesadillas.
Volviendo a las estudiantes y autoras del artículo: Alondra, Guadalupe, Karla; ellas nos muestran en su texto que es posible crear vínculos interdisciplinarios bajo el eje directivo de la historia oral y la cotidianidad, con el fin de comprender qué es un ambiente de aprendizaje, un contexto familiar, cultural y social, así como las pautas de crianza; las evidencias muestran cómo se vive ese proceso acompañado de fotografías, de la oralidad y de la narración en general de la historia de la vida del niño Santiago luna Díaz, de 4 años de edad. Se trata de 14 imágenes que nos demuestran de fuente primaria las diferentes formas que cobran las historias derivadas de esos soportes y el cómo se pueden recontar esas historias. Este ejercicio testimonial es necesario porque nos da la posibilidad de crear fuentes de consulta para las futuras generaciones y, así, obtener materiales de lectura actualizados sobre situaciones específicas y cercanas a su formación.
Es un ejercicio que puede considerarse como algo novedoso, como una tendencia de la aparición de una historiografía que no se había puesto en práctica en la forma que se hace historia de educación preescolar. Miles de historias de la vida cotidiana de las niñas y niños nos darían la posibilidad de generar información confiable, fidedigna, actual sobre las condiciones que viven los niños y tengamos diagnósticos más rápidos para diseñar situaciones didácticas, dirigir intervenciones más dinámicas, diversas, inclusivas para el educando y menos estresantes para la educadora.
Usando técnicas como ésas, de forma adyacente, brindaríamos a las organizaciones internacionales, como la UNICEF y BID, fuentes primarias para que sus directrices y sugerencias de evaluación fueran más cercanas tanto al sujeto que está en el proceso de aprender habilidades y conocimientos, como para los niños/as y las/os jóvenes que están en el proceso de su formación docente. Como puede apreciarse, esto es una oportunidad, que se da en la ENMJN, para aportar evidencias de procesos, información actualizada y sistematizada, así como fuentes primarias que pueden utilizar las docentes en formación y las muchas maestras y docentes en servicio.
A partir de lo anterior, podemos desentrañar que un problema, habitual en casos así, radica en los canales de comunicación basados en acciones aisladas. Fuera de eso, este ejercicio da lo suficiente de sí para convertirse en un proyecto de investigación sólido y en un programa que dure todo el proceso de la formación docente. Hay, pues, una línea delgada a cuidar con tal de que el oficio de historiador no se viva como el ejercicio de una sola disciplina y no se pueda convertir en una experiencia a vivir; eso estriba en la forma en que se hace la transversalidad y se desata el dialogo interdisciplinario.
El ejercicio del artículo de las docentes en formación es una forma novedosa de posicionar a las normales como instituciones de educación superior, donde se tiene una historia que contar y una experiencia acumulada que puede convertirse en información y en conocimiento disponible para desarrollar habilidades docentes y de investigación.
Por último, estimado Alberto Ponce, espero que esta iniciativa prospere en un creciente interés de las docentes en formación, en profundizar las distintas maneras de ejercer y de comunicar la historia, así como en el inevitable ejercicio de nuevas preguntas derivadas de ejercicios de reflexión docente, y el profundo análisis filosófico que contribuya a fortalecer la práctica educativa, y, con ello, posicionar a la ENMJN como una institución de Educación Superior que fija sus metas muy altas en materia de aprendizaje, de modo que compita, sin dificultad, con otras instituciones universitarias.
Felicidades, Ponce, por esta brillante iniciativa, y felicidades a las autoras del articulo por aceptar el desafío de escribir y de comunicar esta historia de la vida cotidiana, que siempre está tan al alcance de la mano.♦
Pablo Escalante: Sentarse, guardar la compostura y llorar entre los antiguos nahuas
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FUENTE: https://archive.org/details/SentarseguardarLaComposturaYLlorarPabloEscalante/page/n0
Patricia Román y Mauricio Padrón: Hogares y familias rurales en México
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FUENTE: https://www.researchgate.net/publication/267254773_HOGARES_Y_FAMILIAS_RURALES_EN_MEXICO_FRENTE_A_LAS_POLITICAS_PUBLICAS_PRIMERAS_APROXIMACIONES
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