El trabajo docente en jardines de niños:
Relaciones de educadoras con madres de familia en la vida escolar
Leticia Montaño Sánchez
docente de la ENMJN
El presente escrito tiene como finalidad compartir una síntesis de la investigación que desarrollé en mis estudios doctorales en el Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (DIE-CINVESTAV-IPN), con la tesis titulada El trabajo docente en jardines de niños: relaciones de educadoras con madres de familia en la vida escolar, bajo la dirección de la Dra. Ruth Mercado Maldonado para obtener el grado de Doctora en Ciencias, en la especialidad de Investigaciones Educativas.
Introducción
El interés de difundir el planteamiento metodológico y los hallazgos derivados de mi investigación es contribuir a las discusiones que las estudiantes, y los formadores de docentes, sostenemos en torno al trabajo de las educadoras con los padres de familia, particularmente sobre los sentidos que se otorga a la “participación” de los padres, el lugar que ocupa en el ejercicio docente y, por supuesto, en la formación inicial de futuras licenciadas en Educación Preescolar. Este interés también encuentra sus raíces en los objetos de estudio, cada vez más recurrentes, que las estudiantes deciden abordar en sus trabajos de titulación y en el diseño de proyectos socioeducativos vinculados al trabajo docente con padres de familia. En ese sentido destaco mi interés por contribuir a las discusiones y compartir una lectura respecto de las relaciones escuela-familia.
De este modo iniciaré la síntesis de mi trabajo doctoral enfatizando que éste responde a una investigación etnográfica basada en una perspectiva sociocultural, cuyo punto de partida es concebir la escuela como una construcción social (Rockwell y Mercado, 1986), imbricada en un espacio constituido por prácticas históricas y culturales, donde sujetos concretos dan sentido a sus actividades mediante las interacciones que sostienen entre ellos.
Desde este punto de vista, las relaciones de maestros con padres forman parte del ámbito social e histórico que constituye la cultura escolar (Mercado 1986); no consisten en interacciones aisladas ni abstractas (Neufeld, 2000; Mercado 1986), sino que tienen lugar entre sujetos concretos con expectativas e intereses comunes o divergentes respecto de la enseñanza y la crianza de los niños. En este sentido, la investigación tiene como propósito estudiar los procesos presentes en las relaciones entre educadoras[1] y madres[2], cuando participan en la organización del trabajo escolar y en actividades vinculadas con la enseñanza en dos jardines de niños mexicanos. Al respecto, en el estudio importó documentar de qué maneras se relacionan las profesoras con las madres, las condiciones en que ambas participan en las actividades del aula y de la escuela; así como las situaciones problemáticas, inciertas o complejas que las maestras relataron sobre su relación con las madres de sus alumnos y cómo las resolvieron. Además del estudio de los procesos de participación, interesó conocer cómo en éstos están presentes otros procesos como los de apropiación o construcción de saberes docentes que las educadoras ponen en juego al incluir a las madres en la vida escolar.
El tema de estudio se inscribe en algunos debates sobre las relaciones entre familia y escuela, la posición que se asume en esta investigación, es que las relaciones entre educadoras y madres en actividades escolares constituyen una dimensión del trabajo docente que influye en la enseñanza. Se sostiene que es en la práctica donde las maestras construyen conocimientos sobre cómo tratar y atender con los padres diversos asuntos vinculados con el quehacer escolar de los niños. De igual forma, se plantea que el tema de las relaciones entre maestras y padres es escasamente abordado en la formación inicial y aún de profesores en servicio.
De la perspectiva teórica y metodológica
La perspectiva teórica del estudio es tributaria del enfoque socio histórico cultural, donde la construcción de conocimientos se comprende en estrecha relación con los escenarios culturales, históricos e institucionales en los que tiene lugar (Wertsch, 1991). En este sentido se plantea que en las interacciones entre educadoras y madres se expresa cierto tipo de conocimiento social que ellas ponen en juego al participar en actividades relacionadas con la enseñanza. Esta referencia a la participación se basa en las aportaciones teóricas de Lave (1988), Wenger (2001) y Lave y Wenger (2003) en torno al aprendizaje situado. Estos autores coinciden en señalar que la participación es un proceso, que como explica Wenger (2001:22) “no sólo refiere a los eventos locales de compromiso con ciertas actividades y con determinadas personas, sino también a un proceso de mayor alcance, consistente en participar de manera activa en las prácticas[3] de las comunidades sociales”. Estos planteamientos sobre la noción de participación son centrales en el estudio junto con otras nociones teóricas como comunidades de práctica, cultura escolar, apropiación, saberes docentes y el carácter situado del aprendizaje.
Dado que los procesos estudiados en esta investigación se ubican en la dimensión cotidiana de la escuela, la aproximación al estudio de los procesos de participación entre educadoras y madres se realizó etnográficamente en una perspectiva metodológica tributaria de las contribuciones de Geertz (1987:21), según las cuales, la etnografía “no es una cuestión de métodos” sino de “cierto tipo de esfuerzo intelectual” para construir un sistema de análisis que posibilite explicar los significados locales en el marco de determinadas teorías sobre lo social[4] (Geertz, 1987; Erickson, 1989; Rockwell, 2009) para “documentar lo no-documentado de la realidad social” y “dejar testimonio escrito, público, de realidades tanto cercanas como lejanas” (Rockwell, 2009:21).
Esta aproximación metodológica al objeto de estudio requirió del conocimiento directo de las acciones y expresiones de los sujetos con quienes se interactuó en el trabajo de campo para “conservar la complejidad del fenómeno social y la riqueza de su contexto particular” (Rockwell, 1986:13). En ese sentido, se registraron en audio o videograbaciones las conversaciones con profesoras y madres, así como los eventos observados en torno al trabajo del aula. Las entrevistas y observaciones se transcribieron rigurosamente y se elaboraron registros etnográficos ampliados[5] que constituyeron el material empírico para el estudio. Otra parte del trabajo etnográfico es el análisis permanente del material empírico siempre con una vigilancia en las inferencias e interpretaciones, lo cual demanda una lectura conceptual constante para alimentar el trabajo empírico y viceversa.
El trabajo de campo se realizó durante tres ciclos escolares, 2010-2011, 2011-2012 y 2012-2013[6] en el turno matutino de dos jardines de niños públicos del Estado de México ubicados en distintos contextos sociales. Durante la estancia en las escuelas se realizaron tanto entrevistas en acto[7] a maestras y madres de familia, como observaciones de clase, reuniones de docentes y de padres de familia en distintos momentos en que junto con las profesoras y los alumnos realizaron diversos trabajos. Todas las transcripciones de entrevistas y observaciones, al igual que los registros ampliados integran el archivo general de la investigación.[8]
En el estudio participaron diez educadoras y algunas madres de familia de los niños que asistían a las escuelas del estudio. En cuanto a las docentes, en la Escuela A fueron ocho maestras; siete de ellas se desempeñaron como profesoras frente a grupo y una como directora. En la Escuela B participaron dos docentes frente a grupo, una de ellas también asumía la función de directora del jardín de niños.
De los hallazgos
El análisis del material empírico evidenció que la participación entre maestras y madres fue parte del hacer pedagógico en las aulas y no un ejercicio esporádico o aislado. Las docentes compartían con las mamás de sus alumnos la finalidad de las propuestas pedagógicas así como su concreción en el aula. Las madres de familia eran reconocidas por las maestras como partícipes de los trabajos escolares que apreciaron como significativo para sus hijos. Con ese interés madres y educadoras participaron en diálogos, reflexiones, y actividades vinculados con la enseñanza. En este estudio evidencia que las relaciones de participación de educadoras con madres de familia tienen como interés ofrecer a los niños mejores condiciones para sus actividades escolares; intencionalidad que dista de la conformación de Comités en el marco de los Consejos Escolares de Participación Social.
La indagación documenta cómo en el trabajo diario algunas profesoras dialogaban con las mamás y construían compromisos mutuos a fin de concretar en la práctica las actividades que planeaban para sus alumnos. En este sentido, los hallazgos del estudio permiten afirmar que los alumnos, según los relatos de docentes y madres, tuvieron acceso a actividades pedagógicas de interés para ellos; éstas fueron diseñadas y organizadas con anticipación por las maestras y para llevarlas a la práctica se compartieron con las madres de familia para recibir sugerencias y colaboraciones. Actividades que sin el involucramiento de las mamás difícilmente serían posibles en las aulas dadas las condiciones en que se ejercía el trabajo docente en esas escuelas. Este planteamiento coincide con otras investigaciones donde se señala que el trabajo de enseñanza es sostenido de manera importante por los profesores y los padres según cada contexto (Mercado, 1985; Galván, 1998).
El estudio pone de manifiesto que en la práctica docente, la participación de las madres en actividades de enseñanza requiere del maestro una constante atención y un saber cómo interactuar con ellas. En este sentido, coincido con Mercado y Luna (2003:32) cuando señalan que es preciso revisar por qué en la formación inicial de maestros “no se considera la relación que en su ejercicio docente tendrán con los padres de familia y cómo puede afectar el trabajo en el aula”. De igual forma, coincido con otras indagaciones que de tiempo atrás han evidenciado que los profesores requieren de saberes específicos (Mercado, 1991, 2000; Galván, 1998) para relacionarse con los padres de familia.
Asimismo identifico en el trabajo analítico, que en algunos jardines de niños multigrado principalmente, la función directiva se asigna a maestras novatas en servicio que a la vez atienden un grupo, las implicaciones de esta situación se analizan en términos de las búsquedas, valoraciones y decisiones que orientan a las educadoras para apropiarse de sus tareas directivas y cómo para ellas el apoyo de las madres resulta vital para las escuelas. También evidencio procesos de intensificación del trabajo docente presentes en el hacer cotidiano de las directoras novatas con grupo y cómo éstos afectan la enseñanza. Por otra parte, examino las maneras en que las maestras incluyen a las mamás al tomar decisiones sobre la organización escolar, les comparten la finalidad de las propuestas pedagógicas e incorporan sus aportaciones para desarrollar diversas actividades de enseñanza.
Los análisis muestran cómo las madres de familia contribuyen con sus experiencias, conocimientos y recursos al participar con las profesoras en diferentes momentos, en diversos planos y de distintas maneras en la vida escolar. En este sentido planteo que la participación no tiene un sentido univoco. De igual forma, en el estudio destaco que las relaciones de participación de educadoras y madres son continuas y en ellas se ponen en juego las condiciones materiales de los jardines de niños y las posibilidades reales de educadoras y madres para concretar actividades de común interés en beneficio de los niños. Los resultados de esta indagación relativizan los argumentos donde se generaliza que los maestros y las escuelas están distantes de los padres. Si bien estas prácticas forman parte de los heterogéneos procesos sociales presentes en la escuela, en esa diversidad también existen procesos participativos que evidencian las posibilidades de profesores y padres para involucrarse incluso en actividades vinculadas con la enseñanza en beneficio de los alumnos.
Para cerrar este escrito, comparto un artículo derivado de esta investigación en torno a los Procesos de participación entre profesoras de jardines de niños y madres de familia en actividades de enseñanza. Este artículo fue elaborado al final de mi proceso doctoral con el acompañamiento de mi directora de tesis. La liga para su consulta es la siguiente: http://www.comie.org.mx/v1/revista/portal.php?idm=es&sec=SC01&sub=SBA&criterio=N065.
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Referencias documentales:
- Erickson, Frederick (1989). “Métodos cualitativos de investigación sobre la enseñanza”, en Wittrock, M. (1989), La investigación de la enseñanza, II Métodos cualitativos y de observación, Barcelona: Paidós, pp. 195-301.
- Galván, Lucila (1998). El trabajo conjunto de padres y maestros, Tesis maestría, México: DIE- CINVESTAV-IPN.
- Geertz, Clifford (1987). La interpretación de las culturas, Barcelona: Gedisa.
- Lave, Jane (1988). La cognición en la práctica, España: Paidós.
- Lave, Jane y Wenger, Etienne (2003). Aprendizaje situado. Participación periférica legítima, México: Facultad de Estudios Superiores Iztacala.
- Luna, María Eugenia (1997). Los alumnos como referente básico en la organización cotidiana del trabajo en el aula, Tesis maestría, México: DIE- CINVESTAV-IPN.
- Mercado, Ruth (1985). La educación primaria gratuita, una lucha popular cotidiana, Cuadernos de investigación educativa 17, México: DIE-CINVESTAV-IPN.
- Mercado, Ruth (1986). “Una visión crítica sobre la noción escuela-comunidad”, en Rockwell, Elsie y Mercado, Ruth (1986), La escuela, lugar del trabajo docente. Descripciones y debates, México: DIE-CINVESTAV-IPN, pp. 83-98.
- Mercado, Ruth (1991). “Los saberes docentes en el trabajo cotidiano de los maestros”, Infancia y aprendizaje, Madrid, 55, pp. 59-72.
- Mercado, Ruth (2010). “Un debate actual sobre la formación inicial de docentes en México”, Revista Semestral de Associação Brasileira de Psicologia Escolar e Educacional (SP, Brasil), vol. 14, núm. 1. Janeiro/Junno de 2010, pp. 149-157.
- Mercado, Ruth y Luna María Eugenia (2013). Saber enseñar: un trabajo de maestros. Análisis de la docencia en el aula y propuestas para mejorarla, México: Editorial SM y Cinvestav, somosmaestr@s.
- Neufeld, Rosa (2000). “Familias y escuela: la perspectiva de la antropología social”, Ensayos y experiencias (Buenos Aires), Año 7, núm. 363, pp.3-13.
- Rockwell, Elsie y Mercado, Ruth (1986). “La práctica docente y la formación de maestros”, en Rockwell, Elsie y Mercado, Ruth (1986), La escuela, lugar del trabajo docente. Descripciones y debates, México: DIE-CINVESTAV, pp. 115 -141.
- Rockwell, Elsie (2009). La experiencia etnográfica. Historia y cultura en los procesos educativos, Barcelona: Paidós.
- Wenger, Etienne (2001). Comunidades de práctica. Aprendizaje, significados e identidad, España: Paidós.
- Wertsch, James (1991). Voces de la mente. Un enfoque sociocultural para la acción mediada, Madrid: Visor.
NOTAS AL PIE
[1] En los jardines de niños del estudio solamente laboraban docentes mujeres. En el estudio se usan indistintamente los términos: docentes, educadoras, profesoras o maestras, formas en que se autodenominaban las profesoras del estudio.
[2] Las interacciones de las educadoras con las familias de sus alumnos respecto a la enseñanza fueron con las madres; así apareció en el material empírico.
[3] Las cursivas son del autor.
[4] El sombreado es mío para destacar el planteamiento del autor entorno al trabajo etnográfico.
[5] En las versiones ampliadas de los registros se incorpora la información obtenida tanto de audio o videograbaciones y notas de campo como de documentos y materiales recogidos durante la estancia en las escuelas del estudio e información que queda registrada en la memoria del investigador.
[6] Durante el ciclo escolar 2009-2010 se realizó trabajo de campo exploratorio en dos jardines de niños del Distrito Federal. La información obtenida aporta elementos para “buscar interpretaciones y explicaciones a partir de elementos externos a las situaciones particulares que se observan” (Rockwell, 1986: 51).
[7] Estas entrevistas fueron “conversaciones improvisadas con los maestros, rodeadas siempre de la actividad del momento” (Mercado, 2002:27).
[8] Integrado por los registros ampliados de 64 entrevistas y 80 observaciones; 300 fotografías y 560 minutos de videograbaciones de clases, de interacciones entre docentes y entre éstas y las madres y otras actividades escolares; así como de notas de campo, documentos oficiales y materiales elaborados por los niños o por las educadoras.
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