La Importancia de la Historia Regional
La Guerra de Independencia en San Luis Potosí (1810-1821)
Alberto Armando Ponce
docente de la ENMJN
Cuando se estudia la Revolución de Independencia de 1810, se tiene que considerar aspectos que todavía no han sido explorados en su totalidad, como lo es la vida cotidiana, las mentalidades y, por supuesto, los aspectos micro regionales que sirven a la construcción histórica. El papel que jugó San Luis Potosí en la Guerra de Independencia de 1810 fue importante. En él se muestran los intentos por paliar los efectos de una inminente crisis económica en la que se muestra el hambre, la pobreza, la violencia en todo sentido, etc. Para ello el gobierno intenta crear un estanco de tabaco para generar empleo con el fin de mitigar las revueltas sociales, que ya se empezaban a generar producto de una economía en ruinas. El tema es interesante y pueden surgir nuevas interpretaciones que amplíen el panorama. En este sentido la historia regional puede dar respuesta a las interrogantes que se plantean para la reconstrucción del hecho histórico.
San Luis Potosí hacia 1800
Algunas autoras, entre ellas Rosa Helia Villa de Mebius consideran la situación de San Luis Potosí para los primeros meses de 1810 como de total calma; la gente se dedicaba a sus labores cotidianas y actividades religiosas: “fiestas en honor de su santo patrono, procesiones, misas, rosarios, catecismos, vísperas o maitines, su vida marchaba al ritmo pausado y sonoro de las campanas de las múltiples iglesias de la ciudad”. (Helia, 1988) Esta visión puede ser muy simplista y nos puede llevar a una interpretación equivocada. Por ejemplo, en efecto existía una problemática social en el estado, producto de una economía venida a menos por la caída de la minería a fines del siglo XIX. Los efectos se dejaron ver en la miseria de las clases bajas: prostitución, delincuencia, vagancia, etc. De las soluciones para frenar la problemática social, el gobierno potosino planteaba la creación de nuevas fuentes de empleo.
En este sentido, las autoridades solicitaron la creación de un Estanco de Tabaco para 1806 con la urgente necesidad de frenar los problemas sociales, como se expresa en los siguientes términos:
El ilustre Ayuntamiento de la Ciudad de San Luis Potosí a su nombre y el de su provincia, ante la justificación de V:E: dice: que estando pendiente en la superioridad de V:E el expediente intuido sobre que ha efecto aquí la hechura de una fábrica de puros y cigarros que la piedad del Rey se sirvió concederle suplicar la integridad de V:E: se sirva mandar el verificativo, pues suspira este vecindario y este Ayuntamiento anhela porque se haga dicha fábrica para el bien público con el laudable objeto de que se ocupen tantos pobres de ambos sexos y tengan auxilio, como nos la ha manifestado moralmente el cura juez eclesiástico de esta ciudad y su clero; exponiendo cordialmente los prelados de las comunidades, ayos dos informes acompañarnos a V:E: a fin de que su piedad con presencia de tan grave necesidad se sirva acceder a nuestra solicitud. (Gobernación, 1806)
La creación del Estanco de Tabaco fue una medida desesperada para frenar el descontento en contra del régimen español. El miedo que generó los tumultos en 1767 fue un antecedente claro que terminó con la expulsión de los jesuitas capellanes de entre los mineros. Sus principales demandas fueron el extrañamiento contra los padres de la Compañía de Jesús y la extinción del estanco de tabaco. Así don Primo Feliciano Velázquez nos describe las penas a que fueron sometidos los culpables de dicha rebelión:
De muerte (arrastre por cuatro caballos al cadáver de Anastasio Cruz); horca; degüello y picota a otros reos; demolición de las casas de los ajusticiados y riesgo de sal sobre sus escombros (…) confiscación de bienes de los reos y expulsión del pueblo de sus mujeres e hijos. Prisión perpetua y trabajos forzados a los más afortunados. Prohibición a los naturales de los pueblos de usar traje y capotes españoles como los que habían venido usando. Sus tierras pasaron a la Corona y hubo confiscación de bienes (Citado por Villa de Mebius, pág.40)
Como consecuencia de tumultos y de los casos de inseguridad en el estado, se dio pie a la formación del Regimiento Provincial de Dragones de San Luis Potosí para el año de 1796, este lo formó Félix María Calleja a petición del Virrey Marqués de Branciforte y financiado en su totalidad por los hacendados de San Luis Potosí. Dicho ejército fue el que posteriormente derrotó a Hidalgo en Puente de Calderón.
La Guerra de 1810 en San Luis Potosí
Son varios los momentos que pueden distinguir específicamente la guerra en San Luis Potosí; por ejemplo, lo que prendió la mecha fue lo ocurrido en el pueblo de San Miguel Mixquitic, debido a sus características locales. Resulta que desde la época colonial muchas de sus tierras fueron arrendadas a la antigua hacienda de la “Parada”, la cual pertenecía a los jesuitas. Este acontecimiento se dio así porque el pueblo tenía todas las necesidades cubiertas, no necesitaba de la tierra. Como lo dice J. Tutino, “No era venta, sino una delegación de derechos de uso a cambio de un pago anual, el llamado censo. Esa cesión de tierras de poblaciones provocó una larga disputa, porque los dueños de las haciendas, aducían derechos de propiedad, mientras los aldeanos insistían en sus títulos originales… (Tutino, 1986)
Como consecuencia de lo anterior, se desató un gran descontento entre los lugareños, y esto se dio en su máxima expresión, cuando el cura del pueblo, José María Lozano, invitó a la gente a no secundar el movimiento de Hidalgo. La respuesta del pueblo fue totalmente agresiva, hasta el punto de linchar al cura. Al respecto, Montejano y Aguñaga Rafael lo interpreta que “la causa de este odio inextinguible no tuvo otro principio que haberles inspirado con demasiada fortaleza la injusticia de la causa que seguía el cura de Dolores.” (Rafael, 1981)
Otro elemento clave en los acontecimientos que se dieron en San Luis Potosí fue la conformación del ejército por Calleja, quien emprendió todo lo necesario para su configuración. Manuel Muro comenta que “mandó fundir cañones, organizó compañías de soldados que llamó urbanos, para resguardar a la ciudad, compuesta por individuos del comercio, de la industria y del ejército (Manuel, S/F)”. La ciudad de San Luis Potosí se convirtió en sitio del terror por el control absoluto de todas las acciones, como la inspección de la gente al interior y al exterior, se requirió de pasaportes, las detenciones de individuos procedentes del sur o de la costa se hizo cotidiana, las vigilancias nocturnas en la ciudad se intensificaron, los caminos conducentes a los cuatro puntos cardinales fueron asimismo vigilados por indígenas aliados. Desconcierto, duda, temor, odio e incluso apagada alegría, todo sentimiento humano posible se mezclaba en la población potosina ante lo descubierto cada día, como el pasquín en el que se solicitaban: “cuatro cabezas pedimos: Subinspector, Prior del Carmen, Padre Braceras y Toribio Cortina” (Primo, S/F)
Por su parte, la insurgencia potosina primero atacó el campo (al ser la fortaleza económica del ejército de Calleja, al ser considerado la zona ganadera de las fuerzas realistas), después la ciudad de San Luis Potosí. Fueron varios los ataques, primero, en Rioverde y, más tarde, el de Hacienda de Salinas, en la subdelegación de Venado. Entre los líderes que promovieron la guerra encontramos a Herrera y Villerías (“la tradición y las apreciaciones de acreditados historiadores colocan a los legos juaninos Herrera y Villerías en la categoría de principales jefes de la insurrección en la provincia de San Luis”) (citado en Muro Manuel, pág. 91), que fueron curas y una de las fuerzas ideológicas y económicas de San Luis.
Hubo una iglesia dividida; existieron diferencias que repercutieron en los hechos de guerra, por ejemplo, “…en cada elección la rivalidad entre españoles y criollos surgía y hubo que recurrir a las ‘alternativas’, mediante las cuales se elegía por un periodo a un criollo, para el siguiente un peninsular”. Esto fue un punto de fricción, elemento idóneo para promover la insurrección, como lo demuestra la acusación en contra de Fray Gregorio de la Concepción. La descripción histórica, nos dice: “algunos meses antes, habiendo oído leer las elecciones canónicas de la provincia en que salieron por prelados los europeos, advirtiéndole incómodo, le preguntó después cuál era la causa y le respondió que no era posible que toda la vida habían de estar gobernadas por gachupines, como si no hubiera criollos que lo merecieran y añadió: ahí verán en qué para esto.” (citado en Villa de Mebius, p.43).
Cuando fue tomada la Ciudad de San Luis Potosí por el bando Insurgente, Herrera como líder del grupo se encargó de organizar las tropas y la administración civil de la provincia… “Nombró intendente a D. Miguel Flores, de los principales vecinos de la ciudad, alcaldes de primera y de segunda y regidores del Ayuntamiento” (Citado en Muro Manuel, p. 81). Cuando los insurgentes estuvieron al frente de San Luis Potosí no hubo cambios significativos, pues estos tuvieron pocos meses al frente —de noviembre de 1810 hasta principios de 1811—, pero sí se extendieron hacía otras ciudades como Tampico y hasta los límites con los Estados Unidos. Tuvieron triunfos significativos para la causa Insurgente como el caso de Jiménez a Cordero, pero a partir de ahí, el lego Herrera tuvo que salir ante la llegada de Calleja (el 25 de febrero de 1811), cuando, ya había derrotado a Hidalgo el 17 de enero de 1811 en el Puente de Calderón. Después de más de un año de guerra civil y de subvencionar a los realistas, los hacendados potosinos resentían los efectos de la guerra. La necesidad de monturas se hacía cada vez más apremiante, llegando al embargo de mulas en diferentes lugares de la provincia.
La descripción que se hace de San Luis para esta fecha es de total postración: sin comercio, con la industria paralizada, al igual que la minería y la agricultura.
Triste era el aspecto de la ciudad. Sus casas, las más de bajos, yacían abandonadas por la emigración de sus habitantes, sus calles y plazas carecían de empedrados y banquetas, no había alumbrado público; la población estaba cercada de grandes muladares, algunos de los cuales ostentaban su fealdad en el centro, a inmediaciones del convento de San Francisco, cerca de la Alhóndiga y del hospital de San Juan de Dios. (Francisco, 1894)
Así pues, el papel que tuvo San Luis Potosí fue trascendental para la causa realista, sobre todo, por el actuar de algunos de sus sectores económicos, que ya la habían apostado por el triunfo y que, definitivamente, tenían intereses creados. Por tal motivo, esa puede ser la explicación por la cual apoyaron declaradamente la causa realista.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Los acontecimientos que se dieron en San Luis Potosí tuvieron características muy diferentes a las del Bajío o a las del sur de nuestro país. Para empezar, el estado potosino gozó de una estabilidad económica, producto del equilibrio de las haciendas, las cuales no fueron afectadas por las crisis agrícolas que sufrió el Bajío, principalmente, porque su producción no fue de cultivo, sino fue de ganado. Así que, si faltaba el maíz, se optaba por el consumo de la carne.
Ante estas circunstancias, el empleo fue mucho más seguro para los residentes y los campesinos de las haciendas y, por lo tanto, su ingreso fue estable, contrariamente a lo ocurrido con los trabajadores del Bajío y del Sur, más dedicados a labores agrícolas. Esta estabilidad hizo que la gente de las haciendas actuara en contra del movimiento insurgente del cura Miguel Hidalgo hacia el año de 1810.
La participación de las haciendas para los últimos años de esta revolución fue decayendo, sobre todo, a causa del gasto inmenso que significó el financiamiento del ejército realista. No sólo dotaron los dineros, sino alimentos y hombres, caballos, indumentaria, etc. Para finales de 1821, las haciendas estaban totalmente en la bancarrota. El actuar del elemento indígena, aunque hubo seguidores y se unieron a la causa comandada por Villerías y Herrera, no fue decisivo en la guerra, como lo fuera en el Bajío y en el sur del país. Su actuación fue muy limitada, se puede decir que esta se circunscribió en la toma de la ciudad (algunos meses) y uno que otro combate que no le quitaron fuerza al ejército realista. El actuar de los líderes y revolucionarios, como Herrera, Villerías, Iriarte, Jiménez, aconteció por momentos, instantes y chispazos. No se entregaron totalmente a la causa revolucionaria; seguramente las condiciones económicas proporcionadas por las haciendas ganaderas de sus propios intereses desmotivaron a los revolucionarios.♦
FUENTES DE CONSULTA
Francisco, P. (1894). Estudio Histórico de San Luis Potosí. México: El Estandarte.
Gobernación, S. d. (26 de Enero de 1806). San Luis Potosí, México: Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí.
Helia, V. d. (1988). San Luis Potosí. Una historia compartida. México: Instituto Mora, 1era. ed.
Manuel, M. (S/F). Historia de San Luis Potosí. México: Academia de Historia Potosina.
Primo, V. F. (S/F). Historia de San Luis Potosí. México: Academia de la Historia Potosina.
Rafael, M. y. (1981). Documentos para la historia de la guerra de independencia en San Luis Potosí. México: Academia de Historia Potosina.
Tutino, J. 1. (1986). De la Insurreción a la revolución en México, las bases sociales de la violencia agraria 1750-1940. México: ERA.
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