Mi vivencia en Irlanda
Impresiones de la estancia internacional: Programa de Capacitación en Mejores Prácticas sobre Inclusión Educativa para estudiantes de 8° semestre
Mayra Aguilar Martínez
licenciada en Educación Preescolar egresada de la ENMJN
Nervios y expectativas
Faltaban tan sólo unos días para hacer mi examen profesional como licenciada en educación preescolar, cuando apareció publicada la convocatoria para la beca de Capacitación en Irlanda; la verdad no era mi intención participar: me sentía muy nerviosa y muy saturada de cosas por hacer, sin embargo, ahora transcurrido el tiempo, puedo decir que, de no haber hecho mi registro, me habría arrepentido muchísimo. Así que, por supuesto, en medio de tanta ocupación, me preparé para el proceso de selección y, cuando al fin aparecieron los resultados, me emocioné y al mismo tiempo me preocupé un poco, pues hacia las fechas de la capacitación probablemente nos llamarían de la Coordinación para la asignación de plazas… Aun así, pensé que, de salir beneficiada, preferiría de cualquier manera irme a Irlanda.
Luego de pasar algo de ansiedad por las esperas y la incertidumbre entre los correos y algunos cambios institucionales de las fechas establecidas, toda la agitación llegó a su clímax cuando nos avisaron que ¡debíamos estar al día siguiente en el aeropuerto con todo listo!… Sin embargo, con tanta gente en fila, no todos nos pudimos ir ese día. Así que, ni modo, hubo que regresar a casa… Recuerdo que en el aeropuerto había muchos normalistas de diferentes estados que no podían regresar tal fácil a casa, por lo que tuvieron que quedarse en un hotel cerca del aeropuerto que les fue ofrecido. En todo momento, quienes estaban encargados de acompañarnos se mostraron muy amables y comprensivos ante nuestras dudas e inquietudes. De la Ciudad de México ya sólo quedábamos cuatro normalistas que no nos habíamos ido, así que el viernes por fin recibimos el llamado que tanto esperábamos y ese día a las 11 de la noche nuestro vuelo salió rumbo al anhelado país del viejo mundo.
Pisando tierra europea
Fueron largas las horas de vuelo, pero una vez llegando a Irlanda puedo decir que todos los contratiempos valieron la pena. Una vez que estuvimos en Europa, personas del staff del Mary Immaculate College se contactaron con nosotros de la manera más amable para indicarnos cómo era que teníamos que llegar a Limerick y dónde tendríamos que vernos con Tom, el taxista de confianza que nos llevaría a las residencias. Cada persona que conocimos fue increíblemente amable con nosotros, nos respondían todas nuestras dudas y nos hacían sentir lo más a gusto posible.
Estaba muy emocionada de por fin estar en Irlanda, al principio tenía miedo de no entender tan bien el acento, y es que los irlandeses hablan muy rápido y, definitivamente, tienen un inglés muy diferente al que estoy acostumbrada. Debo confesar que me costó un poco de trabajo entenderles, pero conforme pasó el tiempo, ahora estoy segura de que, definitivamente, sí mejoré mi escucha.
La hospitalidad del MIC
El staff del Mary Immaculate College tenía un itinerario muy preciso que compartieron con nosotros, así que todos estábamos al tanto de cómo, cuándo y dónde teníamos que estar en todo momento. Tenían programadas visitas para que pudiéramos conocer diferentes lugares de Irlanda, desde el primer domingo nos llevaron a un lugar llamado Killarney, que me asombró por lo verde que era. Aunque debo decir que Irlanda, desde que bajas del avión, es todo verde.
Era en lunes que comenzaríamos con el programa de capacitación en el MIC. El MIC estaba a cinco minutos de las residencias donde nos estábamos quedando, las clases empezaban a las 10 en punto, cada clase duraba una hora con quince minutos; después, teníamos quince minutos de descanso y enseguida otra clase de la misma duración. Luego, teníamos una hora para comer lunch y regresábamos a otras dos clases. Salíamos alrededor de las 5:00 p.m. y, aunque pareciera que es algo tarde, realmente no era pesado estar hasta esa hora por la forma en la que se acomodaba el horario y también por el estilo de dar clase de cada uno de los maestros.
Desde la primera clase que tuve, quedé encantada, y es que cada maestro se aseguraba de darnos la mejor bienvenida. Creo que a todos y a cada uno de nosotros nos hicieron sentir muy especiales en todo momento. Todos los maestros se mostraban muy emocionados de darnos clases especialmente a nosotros, nos decían cosas como: “¡No saben cuánto estábamos esperando este momento!” “¡Qué afortunados somos de poder darles clases a ustedes!” “¡Estamos muy contentos de compartir este tiempo con ustedes!”… Estoy segura de que todos nosotros también nos sentíamos muy contentos y entusiasmados de estar ahí en ese contexto.
El programa
El programa se dividió en cinco componentes que hablaban sobre la importancia del bienestar, los ambientes de aprendizaje positivos, los enfoques pedagógicos efectivos, los ambientes inclusivos en las escuelas y la ciencia de aprender y evaluar. Cada componente fue expuesto por dos o tres maestros que nos compartieron distintas estrategias para poder crear ambientes de aprendizaje inclusivos, adonde cada uno de los alumnos sienta que pertenece.
Me pareció muy grato el hecho de que las exposiciones de los maestros me fueran familiares, pues a varios de los teóricos que ellos expusieron, yo ya los había revisado durante la formación inicial, por lo tanto, no todo al respecto era nuevo para mí.
Sin embargo, lo que me pareció increíblemente diferente fue la congruencia con la que ellos trabajan, la forma en la que llevan a la práctica aquello que se ha comprobado que funciona. Los irlandeses tienen muy en claro que lo relevante es que sus alumnos se encuentren bien anímicamente para poder aprender y rendir, razón por la cual ellos procuran ser ese maestro que debe hallarse muy bien para poder dar lo mejor de sí, y de ese modo, influir de forma positiva en sus alumnos.
El último día de clases, el staff nos preparó una cena elegante dentro de la escuela en la que el Presidente del MIC se dirigió a nosotros felicitándonos por haber participado en el programa, por haber mostrado tal entusiasmo en cada una de las clases e invitándonos a regresar a estudiar al MIC, incluso comentó que nos extrañarían.
Irlanda en una sola palabra
Si tuviera que describir el valor que más representa a Irlanda, tendría que decir que es el respeto. Desde que llegué, lo más sorprendente para mí fue justamente el respeto y la consideración que tienen por todo y por todos. Y es que, en Irlanda, por ejemplo, los peatones siempre serán la prioridad. No importa desde cómo o dónde venga un auto, si viene rápido o lento, si viene muy lejos o cerca, los conductores siempre ceden el paso a los peatones. No hubo un día que no me dieran el paso, parece bobo, pero me sorprendió tanto ese hecho, sobre todo porque en nuestro país no es así, las pocas veces que alguien te da el paso en México, lo hace de una manera muy forzada; este hecho me hacía sentir muy extraña y a la vez importante como peatón, aunque algo triste porque no hay este valor en la gente de nuestra tierra.
Por otra parte, así como respetan a los peatones, respetan y valoran el tiempo de las personas. Creo que una de las lecciones más importantes que me dejó haber estado en Irlanda fue la puntualidad. En el MIC todos los maestros comenzaban a la hora que decía el itinerario, también terminaban a la hora indicada, respetando siempre el tiempo previsto para nuestro descanso. En cada una de las visitas que tuvimos, los camiones llegaban puntuales; y, de igual modo, nos exigían llegar al transporte a la hora acordada una vez terminada la visita. A veces me daba algo de pena cuando algunos compañeros mexicanos no llegaban a tiempo o hacían esperar a los choferes, pues el staff del MIC era muy puntual y preciso en las indicaciones, organizaron de forma extraordinaria nuestra visita y en algunas ocasiones nos hacían saber que, en próximas veces, no nos esperarían si llegábamos tarde. A pesar de eso, nunca dejaron de ser amables con nosotros y nos enseñaron sobre el valor del tiempo.
Un paisaje nublado y hermoso
Los días nublados nunca me han gustado porque suelen desmotivarme un poco, sin embargo, la mayoría de los días en Irlanda son nublados y eso no me hizo sentir para nada desmotivada. Puede que haya sido la emoción de estar conociendo otro país o la gama de colores diferentes a la de México… y es que, aunque el cielo se muestre gris la mayor parte del tiempo, hace una combinación hermosa con las áreas verdes. Además, estoy convencida de que en Irlanda las nubes están muy definidas o marcadas y eso hace que los paisajes se vean simplemente preciosos.
Uno de mis lugares favoritos fue Kilkenny. Kilkenny es lo equivalente a un pueblo mágico de México; este lugar tiene una historia muy interesante ya que fue el último sitio donde quemaron mujeres acusadas por brujería. Incluso, hay un pub que era de una famosa bruja llamada Alice Kyteler al cual sólo pudimos entrar un pequeño rato. También visitamos el Kilkenny Castle. Lo más impresionante fueron los jardines tan grandes, verdes y muy bien cuidados que hay alrededor. Kilkenny es un lugar muy tranquilo y bello, los irlandeses llevan a sus hijos a los jardines del castillo como si fuera cualquier parque para jugar.
Otro de mis lugares favoritos fueron los Cliffs of Moher, unos acantilados impresionantes. Al principio, algunos de mis compañeros y yo estábamos algo decepcionados porque la visita a los Cliffs estaba programada para los primeros días y ya la habían hecho cuando nosotros llegamos a Irlanda. No obstante, el staff del MIC una vez más nos sorprendió con su hospitalidad y amabilidad pues acomodaron el programa para que, los que no habíamos ido a los Cliff, pudiéramos hacerlo. Fue una experiencia maravillosa, me hubiera gustado estar mucho más tiempo ahí. El paisaje es precioso por donde se lo vea. Todos van a tomarse fotos a los famosos Cliffs, ni siquiera tienes que pedir que te tomen foto porque los propios turistas se ofrecen para que luego tú les devuelvas el favor. Sin embargo, un dato curioso sobre los Cliffs of Moher es que es un lugar conocido también por los suicidios que han sucedido en ellos, de hecho, es algo muy común no sólo en los Cliffs sino también en Limerick. Algo escalofriante.
Inclusión: todos participando y aprendiendo
En Irlanda aprendí infinidad de cosas acerca de su cultura, su sociedad, su educación y, sin duda, sobre sus ideas de inclusión. Considero que, luego de escuchar a todos los maestros que nos hablaron sobre lo que es inclusión para ellos y cómo es que la practican, es imposible no hacerme más consciente de aquello que puedo cambiar para que mi aula pueda ser asimismo un aula inclusiva. Y entre esas cosas que puedo cambiar me refiero a mi forma de pensar, al lenguaje que utilizo día a día, a la forma de referirme a los niños y niñas, y en general a la forma de tratar a las personas.
Pienso que, a diferencia de nuestro país, en Irlanda, los maestros tienen muy claro que ‘inclusión’ es algo que se refiere a TODOS participando, aprendiendo y beneficiándose del sistema educativo. Pero cuando dicen todos, se refieren a absolutamente todos, y creo que en nuestro país cuando se habla de inclusión, en lo primero que se piensa es en aquellos niños o niñas que tienen alguna discapacidad o que enfrentan alguna barrera para el aprendizaje y en cómo podemos integrarlos a lo que hacemos, pero no así en cuanto a proporcionar las herramientas para que TODOS, sin importar la discapacidad, necesidad educativa especial, condición, sexo, lengua, puedan participar y aprender lo más que puedan.
Debo añadir que sus ideas no sólo se quedan en eso; sino que se ven reflejadas en la infraestructura del país, en los establecimientos, en la forma de tratar a las personas, en las escuelas y, aunque nosotros nos sorprendamos por la congruencia de lo que piensan, dicen y hacen los irlandeses, ellos reconocen no estar viviendo en verdadera inclusión y estar trabajando en ello todos los días pues hay niños y niñas que no han podido tener acceso a la escuela.
Entre normalistas
Otra gran experiencia fue conocer y convivir con compañeros normalistas de diferentes estados. Me di cuenta de que, a pesar de vivir en la misma ciudad, poco conozco sobre la formación de mis compañeros, por ejemplo, de la Normal de Educación Física, de la de Educación Especial, de la Benemérita y de la Normal Superior. También ellos desconocen el trabajo que hacemos en preescolar. Así que fue muy enriquecedor poder compartir con ellos experiencias e información de nuestras escuelas, y también de saber acerca de nuestras escuelas de práctica. Pudimos encontrar diferencias y similitudes en nuestra formación, en nuestras maneras de pensar; platicamos sobre lo que consideramos que podría mejorar en nuestra formación, sobre las dificultades que se nos presentan en la práctica y comentamos sobre la necesidad de estar más y mejor comunicados como normales en la misma ciudad. De igual forma, ocurrió con los normalistas de otros estados, y es que a pesar de todos ser mexicanos, cada estado tiene peculiaridades que también se ven reflejadas en su cultura escolar.
Al mismo tiempo, fue muy grato conocer maestros con los que comparto el interés y la motivación por hacer la diferencia en nuestro país. Y es que, como nos lo dijo un profesor en el MIC: “todo aquel que quiere ser maestro es porque piensa que tiene algo bueno qué compartir con los demás”. A pesar de que no pude convivir y conocerlos a todos, estoy segura de que esta experiencia fue tan significativa para cada uno, que ahora que estemos en nuestros centros de trabajo, podremos hacer con pequeños detalles grandes diferencias en las formas de enseñar y de aprender con nuestros alumnos y compañeros de trabajo.
Orgullosamente mexicanos
El penúltimo día del viaje, regresamos a Dublín para la entrega de certificados. Ese día fue el más especial para mí. Tuvimos un pequeño evento que fue nuestra graduación del programa en el MIC. Conocimos al embajador de México que nos representa en Dublín, el presidente de la escuela nos felicitó por nuestra participación entusiasta durante el programa y el evento terminó con un festín de bocadillos y de música irlandesa ¡en vivo! Nos sentimos muy importantes ese día, pues nos llevaron a la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde el secretario quería una foto con nosotros, fue muy rápido, y luego de eso el staff del MIC estaba muy emocionado por llevarnos adonde se encontraba “El Buque Escuela Cuauhtémoc”. La mayoría de nosotros no sabíamos que existía, pero ese día tuvimos el placer de conocerlo y recorrerlo, los cadetes fueron amables y sencillos, nos respondían todas nuestras dudas y nos dieron un tour por todo el buque. Nos contaron algunas experiencias que habían tenido, nos platicaron que a los lugares que han ido la bandera mexicana llama mucho la atención e, incluso, los han felicitado por ella. Fue increíble el trato que nos dieron y hasta nos invitaron un café con pan dentro del buque; nos sentimos muy especiales, pues eso no lo hacían con los turistas, pero sí con nosotros. Dos profesiones tan distintas que se encontraron en el lugar menos pensado: Dublín, está entre lo mejor que viví en Irlanda y es que nunca me había sentido tan valorada como mexicana ni como maestra. Me parece eso también debería ocurrirnos en mi país.
La lengua inglesa
Es importante agregar que todas y cada una de estas experiencias no habrían sido posibles si yo no hubiera sabido inglés. Aunque suene a cliché, es una realidad que el inglés te abre puertas y que, hablando el idioma, hay una infinidad de oportunidades que se te pueden presentar o que puedes buscar para conocer y aprender más. Me parece que habría sido ideal que hubieran sido muchas más las personas las que participaran en la convocatoria para esta capacitación, y que el limitante para ello fuera el idioma. De hecho, tuvieron que ampliar la convocatoria a otros semestres para que se pudieran ir más personas que sí hablaran inglés.
Considero que el idioma es necesario en nuestra educación y se le tendría que dar mayor importancia por las posibilidades que nos brinda en la vida y en nuestro aprendizaje. Sé que a muchos nunca les ha gustado este idioma, pero estoy segura de que se debe a que no han tenido el mejor acercamiento a él, y que hay que verlo como una herramienta que no sólo nos va a ayudar a aprender más, sino que nos ayudará a desarrollar otro tipo de habilidades y también nos proporcionará la ocasión de comunicar a los demás nuestra realidad. Estoy segura también de que, siendo así, más personas se interesarían y motivarían a aprenderlo.
En Irlanda un día tuvimos que presentar por equipos cómo era el sistema educativo en México y fue posible compartirlo gracias al idioma, de igual manera tuve la oportunidad de platicar con personas de distintos países con los que el idioma en común era el inglés, y así me di la oportunidad de conocer personas de Turquía, de la India, del Reino Unido y, por supuesto, de Irlanda. Y más importante aún es tener en cuenta que la capacitación fue completamente en inglés y es increíble todo lo que pude aprender por comprender ese bello y útil idioma.♦
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