¿Y sin embargo se mueve?
Galileo Galilei: Diálogos y polémicas sobre modelos del mundo
Germán Enrique López García
Docente de la ENMJN
Cuando leemos o escuchamos algo acerca de Galileo Galilei, casi siempre creamos “su” imagen saliendo del juicio, en el que adjuró del heliocentrismo ante el tribunal de la Inquisición que le condenó en 1633, pronunciando en murmuro “eppur si muove”, (sin embargo se mueve). No obstante esta frase no aparece en ningún escrito del gran físico, ni tampoco en relato alguno de los presentes en el juicio.
Según el físico Bernardo Rivero, la famosa frase y el hecho que la convirtió en leyenda los encontramos por primera vez en la obra del viajero y escritor italiano Giuseppe Marc’Antonio Baretti, más de 120 años después. El acontecimiento que indujo al juicio y condena de Galileo, fue la publicación de una de las principales obras escritas del científico italiano: Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo (Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo).
La publicación en Florencia de esta obra como libro, en el año de 1632, provocó inmediatamente una fuerte polémica en el ambiente académico de la época, pues hay que recordar que las universidades estaban dominadas por la iglesia católica. Motivo por el cual Galileo finalizó acusado formalmente por “sospechas graves de herejía” ante la Inquisición, lo que condujo poco tiempo después a su condena. Como consecuencia de esa acusación, el libro fue incluido en el Índex[1] de publicaciones prohibidas, del cual no fue eliminado hasta 1822.
Mientras Galileo escribía, se refería a su libro como el Diálogo sobre las mareas; es más, fue bajo ese título que lo presentó a la Inquisición para pedir su aprobación: “Diálogo sobre la bajamar y el flujo de los mares”. Se documenta que la Inquisición le ordenó suprimir toda mención a las mareas del título y cambiar el prefacio, con el argumento de que dar permiso para ese título implicaría aprobar la teoría subyacente sobre el referido fenómeno, que intentaba demostrar el movimiento de la Tierra desde un punto de vista puramente físico. Como resultado, el título formal fue reducido a Diálogo, seguido del nombre de Galileo y de sus cargos académicos, con un largo subtítulo a continuación. El nombre con que usualmente se ha conocido la obra proviene justo de un subpárrafo de ese largo subtítulo.
Es importante señalar que el libro, a pesar de que tenía la intención de divulgar ideas científicas, fue escrito en italiano y no en latín como se usaba en aquella época para publicar la bibliografía académica. Además, con el propósito de que no fuera censurado por la Iglesia católica y su poderoso brazo, la Santa Inquisición, Galileo lo publicó como obra literaria. Para ello utilizó a tres personajes que, durante cuatro días, sostenían un diálogo, un debate sobre la concepción copernicana y aristotélica-ptolemaica del universo.
El primer personaje del diálogo es el Señor Salviati, quien es defensor del sistema copernicano y representa la propia visión de Galileo. Salviati es llamado “el académico” en honor a la membresía de Galileo en la “Academia del Liceo”, su designación proviene del apellido de uno de sus amigos: Filipo Salviati. Al segundo personaje le llama Simplicio, quien aboga por el sistema de Ptolomeo y Aristóteles; se considera que este representa una combinación grotesca de Ludovico delle Colombe y Cesare Cremonini, dos académicos de visión conservadora y rivales de Galileo. El nombre del personaje proviene de un filósofo del siglo VI, quien era férreo defensor de los fundamentos aristotélicos. Su posición ha sido caracterizada como una sátira del mismo Papa. Por último, tenemos a Sagredo, un novicio inteligente que representa una visión neutral, una postura de quien busca la verdad sin aferrarse a ningún dogma. Es nombrado así en honor a un amigo de Galileo, Giovanni Francesco Sagredo.
A pesar de que el libro está presentado formalmente como un debate en el que se considera la validez de ambos sistemas, se puede identificar fácilmente, en el desarrollo de la obra, que los argumentos copernicanos obtienen las preferencias del autor. El personaje de Simplicio claramente se encuentra superado en inteligencia e información por el de Salviati, y esta desventaja se traslada directamente al resultado del debate.
La discusión no se limita a los asuntos astronómicos, sino que se extiende sobre buena parte de la concepción científica de la época y demuestra lo que Galileo consideraba buena ciencia. Otras partes del libro son importantes para, mediante la discusión, ir contestando argumentaciones erróneas contra el movimiento de la Tierra. Lo ilustra a través de un “experimento” del pensamiento, en el cual un hombre está debajo de las cubiertas de una nave y no puede decir si la nave está atracada o se está moviendo suavemente a través del agua: él observa el goteo de una botella, peces nadando en un tanque, mariposas volando, etc.; y su comportamiento es exactamente igual si el barco se mueve o no. Ésta era una argumentación clásica con la que se refutaban las objeciones ingenuas sobre la naturaleza del movimiento, tal y como es percibido sin el auxilio del análisis científico.
Los temas de las discusiones de los tres personajes que describe Galileo se pueden dividir igualmente en tres aspectos:
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La refutación de objeciones interpuestas por los filósofos tradicionales; por ejemplo, el experimento del pensamiento en la nave.
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Las observaciones que son opuestas con el modelo Ptolemaico; por ejemplo, las fases de Venus, que dicho modelo excluye.
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Las discusiones que demuestran la invalidez de la teoría unificada de los cielos que los filósofos tradicionales sostenían, y creada para probar que la Tierra era inmóvil.
Estas discusiones soportaron el devenir del conocimiento durante los 350 años siguientes a su publicación, No obstante Galileo introdujo un cuarto punto de discusión, el más importante y por el cual fue juzgado y condenado por la Inquisición:
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La explicación directa del movimiento de la Tierra por medio de una argumentación relacionada con el fenómeno de las mareas y la dinámica oceánica.
Si bien es una línea de pensamiento incorrecta como descripción del efecto de las mareas en el movimiento terrestre, y constituye un fracaso a la vista de explicaciones posteriores, Galileo estaba orgulloso de tal argumento y dedicó el cuarto día a su discusión. El grado de invalidez es, como casi todo lo que se relaciona con Galileo, asunto de controversia.
Su argumento, aun equivocado, es brillante y propio de su genio. Consiste en que el movimiento rotatorio de la Tierra, al moverse en su traslación alrededor del Sol, hace que los puntos situados en la superficie del planeta sufran aceleraciones y deceleraciones cada 12 horas, lo que, según él, sería la causa de las mareas. En esencia, el argumento es correcto, y dicha fuerza existe en realidad, sin embargo, su intensidad es muchísimo menor que la que él calcula, y, desde luego, no es la causa de las mareas. El error proviene del desconocimiento de datos importantes, como la distancia al Sol y la velocidad de la Tierra.
Si bien estaba equivocado, Galileo desacreditó completamente la teoría del origen lunar de las fuerzas causantes de las mareas, por falta de explicación de su naturaleza, y por el problema de la explicación de la marea alta cuando la Luna está en sentido contrario, pues alega que la fuerza sería atractiva (para quien esté situado sobre la superficie de la Tierra orientada a la Luna) y repulsiva a la vez (para quienes estén situados en la superficie de la Tierra contraria a la Luna). Fue necesario esperar hasta Isaac Newton para resolver este problema, no sólo en cuanto al esclarecimiento del origen de la fuerza, sino también del cálculo diferencial para revelar el doble abultamiento. Pero, aun equivocada, situada en su contexto, la tesis de Galileo presentaba menos problemas y era más plausible en su explicación de las mareas.
Los invito a que busquen, lean y gocen de esta maravillosa obra, de tan sólo 30 páginas, por la que ha pasado a la historia Galileo Galilei.
NOTA
[1] El index librorum prohibtorum et expurgatorum (índice de libros prohibidos) fue una lista de publicaciones que la Iglesia católica catalogó como perniciosos para la fe. Fue creada por la Sagrada Congregación de la Inquisición en 1559.
BIBLIOGRAFÍA
- Galilei,G. (1994). La gaceta sideral. México, México: Alianza Cien.
- Copérnico, N. Digges, T. y Galilei, G. (1983). Madrid, España: Alianza Editorial.
- Galileo Kepler El mensaje y el mensajero sideral. (1984). Madrid, España: Alianza Editorial.
- Martínez, V. Miralles, J. Marco, E. y Enríquez, D. (2005). Astronomía fundamental. Valencia, España: Universitat de Valéncia.
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