Estrategia didáctica para mejorar la conducta en el preescolar

Estrategia didáctica para mejorar la conducta en el preescolar

Karla Judith Rodríguez Hinojoza

 

 

 

En este relato pedagógico, abordo los problemas de conducta que surgieron durante mi práctica docente en un grupo de tercer grado de preescolar, compuesto por 11 niños y 11 niñas. Para ello, presentaré una propuesta didáctica dirigida a resolver estos problemas de conducta, centrándome en el caso particular de un niño, al que llamaremos “A”. Las actividades propuestas tienen como objetivo fomentar el trabajo cooperativo entre los niños y niñas (NNA).

Es importante mencionar que, aunque esta problemática afecta solo a un pequeño porcentaje del grupo, su impacto es significativo en el proceso de aprendizaje y el ambiente del aula. Mi intervención fue con niños y niñas de 5 y 6 años de edad, algunos de los cuales no regulaban correctamente su conducta. Noté que algunos niños logran separarse de sus figuras de apego y mantenerse tranquilos junto a personas desconocidas, mientras que otros requieren semanas o incluso meses para entender y adaptar su comportamiento. Estas diferencias en la regulación de conducta se manifiestan desde las primeras edades.

Según Piaget (1978), los niños de 5 y 6 años se encuentran en la etapa pre-operacional, donde su pensamiento es intuitivo pero limitado por la rigidez, la centralización y el egocentrismo. Esta última característica es especialmente notable en la actitud de muchos NNA y es una de las principales causas de conflictos en el aula. Como docente, entiendo que desarrollar habilidades de regulación emocional y conductual en los NNA es fundamental desde los primeros días de escolarización. Profundizar en el conocimiento sobre estos problemas será uno de los mayores retos que enfrentaré como futura educadora, con el objetivo de contribuir a la mejora de la dinámica en el aula a través de una intervención eficaz.

Durante esta intervención me sentí inicialmente insegura al planear estrategias para resolver los conflictos que surgían. Sentía impotencia al ver que los NNA no me reconocían como una figura de autoridad, lo que generaba frustración a la hora de realizar las actividades. Sin embargo, soy consciente de que encontrarme con niños con conductas difíciles de manejar es un desafío continuo en mi carrera docente, y que la búsqueda de métodos efectivos será una tarea constante. Hoy, gracias a mi formación, sé que en las aulas me encontraré con una gran diversidad de NNA, con distintas necesidades e intereses. Uno de los desafíos más comunes son los problemas de conducta, los cuales serán parte de mis intervenciones presentes y futuras.

Es fundamental destacar que la sociedad está en constante cambio, y esto afecta a los niños en sus contextos familiares. La relación escuela-sociedad es crucial para erradicar los problemas de conducta, y tanto la escuela como la familia deben trabajar juntas para afrontarlos. Al ingresar al Jardín de Niños, los NNA aprenden a comunicarse, respetar reglas y desarrollar su autonomía y habilidades sociales. Sin embargo, cada niño tiene una personalidad única, lo que provoca variaciones en su conducta. Como menciona Armas (2007), es esencial que los educadores se involucren para que, en lugar de desatender a los niños con dificultades para regular su comportamiento, luchen por una institución educativa inclusiva. Mi tarea como docente será descubrir diferentes estrategias y metodologías que permitan a cada niño desarrollar sus talentos y potencial.

Durante este proceso, recurrí a estrategias aprendidas en el curso de Estrategias para el Desarrollo Socioemocional de cuarto semestre en la Licenciatura de Educación Preescolar cuyo propósito es aplicar técnicas socioemocionales que promuevan un ambiente de aprendizaje inclusivo en preescolar. Asimismo, el curso de Teatro me proporcionó herramientas para fomentar el desarrollo integral de los NNA a través de la expresión artística. Domínguez y Pino (2007) señalan que es esencial ejercer, desde edades tempranas, una metodología de prevención que permita crear un ambiente saludable y basado en pautas de convivencia. En este contexto, defiendo la importancia de utilizar recursos de investigación educativa para enriquecer mi práctica y crear un ambiente de confianza en el aula, lo cual facilita la regulación de la conducta.

Siguiendo a Solé (2006), los títeres son un recurso pedagógico valioso, especialmente en la etapa preescolar, donde el juego simbólico es una herramienta fundamental para el aprendizaje. Los títeres permiten que los niños y niñas (NNA) desarrollen habilidades clave como la creatividad, la sociabilidad y la resolución de problemas a través de la representación de historias y situaciones. En el contexto educativo, el uso de títeres no solo estimula la imaginación de los NNA, sino que también promueve su participación activa, ya que, al manipularlos, los niños asumen roles, crean diálogos y enfrentan situaciones que reflejan su realidad cotidiana.

Además, los títeres tienen un valor terapéutico importante. Al interactuar con ellos, los niños proyectan sus emociones y experiencias, lo que facilita la expresión de sentimientos difíciles de verbalizar de otra manera. A través del juego con títeres, los docentes pueden identificar estados emocionales como el enojo, la tristeza o la ansiedad en los niños, y usar estos momentos como oportunidades para intervenir de manera más adecuada y efectiva. En mi intervención con el niño “A”, utilicé los títeres como una estrategia didáctica para ayudarle a regular su conducta. A través de la creación y manipulación de su propio títere, “A” pudo reflejar sus emociones, comprender las consecuencias de sus acciones y, de manera lúdica, ensayar alternativas de comportamiento más positivas. Los títeres jugaron un papel crucial en la representación de historias que abordaban problemas comunes en el aula, permitiendo a “A” y a sus compañeros de clase identificar y practicar valores como el respeto, la cooperación y la empatía.

El uso de títeres en preescolar no solo facilita el aprendizaje de contenidos, sino que también fomenta un ambiente inclusivo y participativo en el que todos los NNA pueden sentirse seguros para expresarse y explorar sus emociones. En este sentido, los títeres se convierten en una herramienta multifacética que, además de promover el desarrollo cognitivo y socioemocional, ayuda a los docentes a manejar situaciones de conducta en el aula de una forma constructiva y significativa. Así, mediante la implementación de esta estrategia en preescolar, se favorece el desarrollo integral de los NNA, al proporcionarles un medio accesible y divertido para interactuar con sus compañeros y docentes, y al mismo tiempo interiorizar aprendizajes clave para su vida social y emocional.

En conclusión, la regulación de la conducta es un desafío en el aula, pero con estrategias adecuadas, como el uso de títeres, es posible lograr aprendizajes significativos. Como docente, sé que debo contar con herramientas teóricas y prácticas, así como con una capacitación continua, para comprender las necesidades de cada niño y promover su desarrollo integral. El juego y otras metodologías serán fundamentales para este fin, y colaborar con otros profesionales me permitirá generar proyectos educativos innovadores y de impacto social.

 

 




Una realidad educativa

Una realidad educativa

Entre la educación bancaria y la metamorfosis social

Martha Deyanira Pedroza Gómez

Estudiante de la BENM

 

 

 

LA EDUCACIÓN Y LA SOCIEDAD VACÍA

Las sociedades están en movimiento bajo un dinamismo que tiende a ser predecible y cuyo progreso relativo, inconscientemente, dibuja un futuro caótico. Todo este escenario se coloca bajo el reinado de los “reyes verdes”: capitalismo y neoliberalismo, agentes hegemónicos que se divierten tiñendo a los habitantes del planeta, con colores que van de los más brillantes y llamativos, a los más opacos o imperceptibles, ofreciendo una libertad de mercado, que no es más que esclavitud.

La escuela como institución se ve envuelta en la entropía social y económica, bailotea al ritmo de los cambios y exigencias de una cultura, y trata de dar respuesta al cúmulo de necesidades y cuestionamientos, pero, ¿qué tipo de exigencias se están atendiendo? Cuando claramente se está viviendo en una época llena de egocentrismo, individualismo, habitamos una sociedad hedonista y a la vanguardia del autoservicio. Nos enfocamos en saciar necesidades vacías y creadas, en adquirir cosas más allá de lo tangible y que caracterizan al hombre actual, así mismo, se hace hincapié en dar respuesta a los requerimientos empresariales de las grandes potencias económicas; luego entonces, ¿cómo se está llevando a cabo la educación en las aulas? ¿Se están formando seres virtuosos, críticos, reflexivos de su realidad? O, por el contrario, se trata de ‘capital humano’ listo para colocarse en las empresas.

Si bien, a lo largo del tiempo, mientras la sociedad adquiere nuevos panoramas en relación a la formación de los sujetos y de la manera en la que estos se relacionan con el mundo, se ha desarrollado un bagaje de teorías pedagógicas que proponen enfoques formativos ajenos a lo tradicional- conductual, encaminados hacia lo holístico y constructivista. Sin embargo, a pesar de las nuevas ofertas pedagógicas, la escuela aún mantiene vigente una suerte de fascismo áulico en el que ecos de autoritarismo retumban en las paredes escolares, convirtiéndose en un lugar donde habitan sujetos que observan cómo el maestro se nombra dueño y poseedor del conocimiento y verdad, mostrando una postura unívoca ante la interpretación y comprensión del mundo, colocando a los alumnos como objetos ignorantes y sedientos del absolutismo conceptual.

Esto no significa que tal fenómeno sea de una condición homogénea en todos los centros escolares; mucho menos en todas las aulas, sino, más bien, entraña la permanencia de concepciones relacionadas a lo que Freire refiere como “educación bancaria” (enfoque que más adelante se profundizará) que, a pesar de los avances pedagógicos e investigaciones educativas continúa haciendo acto de presencia en las formas de enseñanza de algunos docentes.

Trabajar bajo una perspectiva bancaria coloca al sujeto que aprende (alumno) en un oscurantismo educativo, adoptando el papel de arquitectos de una realidad inamovible y hermética, en la que el maestro es autor, dibujante y partícipe, mientras que los estudiantes se convierten en seres inanimados. Por lo tanto, la escuela se vuelve uno de los primeros medios de formación humana en los que se cultiva a personas pasivas, entes que viven para trabajar y trabajan para vivir, conformes con la carente justicia y con el reconocimiento dado por sus superiores, dentro de un mundo globalizado; y permanecen de acuerdo con la realidad que se les implanta a lo largo de los años, sin esperanza, ni ganas de ser creadores de un proyecto emancipador.

Entonces, es justo en este momento social, cuando la educación se vuelve bancaria, es decir, ve al alumno como un ente vacío que reclama ser abastecido por conocimientos que no tienen sentido ni conexión alguna entre él y la realidad que está viviendo, el cual tiene la exclusiva función de ser una herramienta de interés para el mundo laboral. Esta educación con enfoque bancario deja en el abandono elementos que permiten a los estudiantes ser conscientes de sí mismos para verse como sujetos poseedores e intérpretes de su propia realidad, de mente reflexiva y como agentes transformadores de las condiciones que se viven. Así mismo, se impide la formación integral, necesaria para un buen desarrollo en sociedad. “La educación considerada bajo el prisma de la producción y generación de capital humano convierte al individuo en una mercancía o medio de producción que se desplaza siguiendo las leyes de los mercados neoliberales” (Torres, 2012, p. 93).

Todo lo anterior se ve reflejado en el aula ante el uso de frases que resultan tan simples, pero que, al final de cuentas, tienen un gran impacto en los estudiantes, como, por ejemplo, «¡siéntate y cállate!, para hablar tienes que pedir permiso, estás mal, ve a repetirlo y corregirlo», conjunto de sentencias que, de manera inconsciente, van marcado la personalidad de un sujeto pasivo y obediente de los “superiores”, en este caso, el maestro, y así es como se suelen “formar” los alumnos, reprimidos y temerosos, potenciales para el nuevo esclavismo empresarial, panorama que le atañe y beneficia a las empresas internacionales, dueños del capital, verdugos que ponen las cartas sobre la mesa para la jugada educativa y, así mismo, para la inserción de términos como eficacia y eficiencia, educativas, términos pertenecientes al orden empresarial nutren el discurso dominante.

 

DE LA EDUCACIÓN CON TINTES FASCISTAS A LA LIBERTADORA

Como se puede notar, la educación bancaria aún sigue vigente en las escuelas, dando como resultado sujetos pasivos y no transformadores, condición que reclama urgencia de cambio. Pero, ¿de qué manera podemos iniciar el cambio de paradigmas? Un primer paso sería que el docente mire su trabajo desde un espejo, que sea capaz de ver su práctica a partir de una reflexión en la acción y, en consecuencia, logre notar las áreas de oportunidad con las que cuenta, para que, de este modo, camine hacia la transformación de su quehacer académico; así mismo, es preciso que abandone la idea de considerarse el sujeto-dueño de las verdades absolutas, como bien lo menciona Freire (2005) en su cuarta carta, donde refiere que el maestro debe tener humildad, pues nadie lo sabe todo, y nadie lo ignora todo. Todo este proceso implica contar con una mente abierta y critica, así como un espíritu emancipador y con hambre de cambio dentro del campo educativo y social, y así, permitir el escape de la zona de confort educativa: que se dé inicio a una metamorfosis del trabajo docente, es decir, partiendo de algo que ya está establecido, realizar las adecuaciones necesarias para su mejoramiento por medio de la investigación y actualización educativa, condición que da pie a la transformación de realidades y, por ende, a un pensamiento más crítico que abre las puertas a la emancipación y las movilizaciones sociales, haciendo de este mundo un lugar más justo, con seres humanos virtuosos y conscientes del papel que juegan en él.

El trabajo docente va más lejos de simplemente enseñar letras y números, de pasar lista o dictar sin sentido alguno, de realizar prácticas bancarias y autoritarias. Más bien, se trata de una labor que cimienta el génesis del despertar a las futuras generaciones y da las armas necesarias para liberarse de las cadenas opresoras que la globalización trajo consigo; se trata de una lucha contra el dominio de los reyes verdes; es más bien una posesión de uno mismo para la liberación del ser, e involucra la necesidad de participar en una formación holística, en la cual se rescaten valores, virtudes, sentimientos, necesidades e intereses de los estudiantes. No se pretende un cambio de la noche a la mañana, pero ello reclama una urgencia en medio del caos en el que el ser humano se pierde poco a poco.

 

CONCLUSIÓN

Las condiciones sociales que se viven en el mundo globalizado exigen un despertar por parte de las personas que se encuentran en desventaja respecto a las grandes potencias. La educación es el pilar para esa transformación, y consiste en formar a los alumnos como sujetos críticos, reflexivos de sus condiciones de vida, por eso mimo, es trascendental que el maestro opte por enfoques de enseñanza alejados de la educación bancaria, en donde se ve al alumno como un desconocedor de todo, y lo sitúa como un ente pasivo, a la espera de ser alimentado por los conceptos teóricos e instrumentistas que le permitan insertarse en un mundo laboral bajo ese espíritu de pasividad, sirviendo a las grandes empresas y funcionando como capital humano. Los tiempos actuales exigen sociedades más justas y equitativas, por eso la educación debe ser integral, humanística, fuera de la disciplinariedad, para formar seres virtuosos, consientes y transformadores.

Pintura mural conmemorativa a los 100 años de Paulo Freire

 

No se trata de que el maestro se coloque bajo el papel de salvador del caos, sino más bien, de que todos los actores, involucrados en el proceso educativo, trabajen de forma colaborativa para lograr ese cambio de panoramas, hacia una verdadera autonomía de los centros escolares que permita gestionar las necesidades e intereses que deben ser atendidos. Es importante mencionar que la sociedad no es homogénea, y, en consecuencia, cada escuela es un universo con sus particularidades, por lo tanto, se ha de trabajar según los sujetos que asistan a la misma, bajo un solo objetivo: la liberación por una vida en sociedades justas, virtuosas y democráticas.

 

 

Referencias

  • Freire, P. (2005). Cartas a quien pretende enseñar. Ciudad de México: Siglo XXI editores.
  • Santomé, J. T. (2012). La justicia curricular. El caballo de troya de la cultura escolar. Querétaro: Morata.
  • Vides, K. A. (2018). Emancipación de la educación bancaria. Semillero de la investigación, 1-9.

 

 

Voces Saber más

 

 

La Educación Prohibida – Película Completa HD

 

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3 tips para lidiar con la pena y el temor

3 Tips para lidiar con la pena y el temor

Rafael Ramos Sánchez

docente de la ENMJN

 

 

 

¿Te ha invadido la pena o el dolor?… Hace apenas un par de semanas, mientras me reunía para desayunar con dos grandes amigos, en medio de la plática, surgió un comentario en el que se insinuaba que habría estado bien que acudiera alguien más de nuestro grupo, la sensación era que, con una presencia adicional, nuestro cuadro estaría completo.

En otro momento reciente, quizá dos meses atrás, mientras circulaba por la autopista en dirección al Estado de Guanajuato, comenté: “para la otra hay que ir a San Luis Potosí”, en el horizonte se apreciaba un día soleado, grandes áreas verdes, un tramo de carretera perteneciente al camino que cruza Los Apaseos, libre, en muy buenas condiciones, sin embargo, el espíritu de esa sentencia era que había otras geografías por recorrer y la partícula ‘para la otra’, tenía un escandaloso dejo de insatisfacción.

Pasear en un sitio y pensar ya en otro; reunirse con amigos y meditar en las ausencias, cosas así dejan un discreto sabor amargo, es cierto, el equilibrio es aspiración y destino, para ello, debemos admitir que hay notas dulces y amargas, y el vaivén entre unas y otras teje una compleja sinfonía en la que los tonos no se superponen ni se invaden, sino más bien se cruzan y armonizan. Visita tantos lugares como puedas, disfruta cada geografía, pero siempre ten en mente que el viaje es hoy, y que, sinuoso o placentero, es una elección.

Recientemente, mientras atendía a una paciente de 62 años, me compartía una de sus preocupaciones más extenuantes que, incluso, le privaba del sueño: “¿qué pasará cuándo ya no pueda caminar?” Como puede notarse, ella advierte para sí un futuro irremediablemente penoso.

Otra paciente me cuenta que se olvidó de tomar su antidepresivo y, coincidentemente, se sintió físicamente mal, y luego, mentalmente abrumada, se le acomodó una duda intermitente, pero densa: “¿ya tendré que tomar medicamento de por vida?” La equivalencia que ella infiere es: “sin medicamento, no estaré bien”. Hay aquí una similitud en las dos situaciones, la idea de que, si nos anticipamos, podremos controlar aquello que está por ocurrir.

Lo cierto es que uno puede controlar exclusivamente lo que piensa, lo que dice y lo que siente. No lo notamos, pero, hay ocasiones en que nos estremecemos y nos tensamos con ejercicios de especulación ociosa que generan malestar, inquietud. ¿Cuál es entonces la alternativa para ello? Resulta conveniente considerar: “¿puedo caminar?”, “¿debo de tomar medicamento hoy?”, ¿“tolero el dolor en este instante…?” Ajustar nuestro cristal al horizonte de la inmediatez disminuirá la incomodidad de un futuro que inevitablemente ocurrirá, pero del que poco, o casi nada, podemos anticipar.

Un doliente lamenta una muerte, se inquieta por la realidad, piensa que quizás, si en aquella tarde en que visitó a su mamá y al preguntarle por su salud y escuchar: “estoy bien”, se lo creyó tal cual y no insistió más; horas después, recibió la llamada de su hermana en la que le avisó “mamá está mal”, tras lo que acudió y, unas horas después, lamentablemente murió. Hoy vive con la creencia de que, si hubiera adivinado y actuado de manera distinta, ese fatídico plan biológico no se hubiera consumado.

Otro paciente, al intentar mitigar su malestar, considera que la causa de su segunda separación, que está justo ocurriendo, fue por la condescendencia con la que actuó: “les daba todo lo que ganaba, las trataba bien”, y se le ocurre una idea para, así, zanjar la situación: “debo ser carbón si no quiero que me vuelva a pasar”. Pero quizás ello podría ser una explicación, más que una posibilidad.

La pena y el temor agudizan los sentimientos de tristeza a causa de la ausencia física, o de la ruptura amorosa; y la culpa socava la motivación, pues los múltiples reproches auto infligidos impiden poner en perspectiva la vivencia y situación reales, a las que buscamos explicaciones en el pasado, en lo ya ocurrido, donde visitamos escenarios posibles con la esperanza de que algo cambie la situación actual; de modo que nos anclamos al pasado una y otra vez, con la convicción de que eso nos devolverá la paz.

¿Qué configura nuestra realidad?

La pena y el temor son lentes de cristal comunes a través de los cuales graduamos las experiencias que representan nuestras crónicas, aflicciones, tristeza, tensión y ansia. Y he aquí tres recomendaciones para ajustar bien nuestro lente:

  1. Identificar si lo que organiza la realidad es la pena (algo que se perdió), o un temor (algo por ocurrir).

  2. Si las preocupaciones se sitúan en el futuro, entonces conviene pensar en lo que está presente en ese instante preciso.

  3. Si las penas consumen las horas y los minutos, entonces conviene ceder espacio al dolor, dejarlo pasar y no luchar para evitarlo, es preciso ser consciente de su esencia temporal y de su cualidad transitoria.♦