Cuatro poemas
CUATRO POEMAS
Gabriela Gutiérrez Cebreros
docente de la ENMJN
SI LLEGAS…
Si llegas como te vas, todo se borrará.
Quedará la realidad de tu presencia
que al verte me invade completa
y dentro de mí aflora música que sólo yo escucho,
que sale por mis ojos y como luz te envuelve.
Si llegas, el tiempo volverá su marcha,
tomará su justa dimensión
y saldré del paréntesis que se abre cuando te vas.
Si llegas, la alquimia sucederá,
pasaré de la mujer a la maga
que, sin el eco de tu mirada, desaparece
y que, a pesar de ti, la tiene enamorada.
Si llegas, el corazón latirá con la emoción que renace
y me recorre completa, mi cuerpo florecerá de nuevo
para que percibas esta primavera eterna
que para ti me habita.
Si llegas, la oscuridad de estos días desaparecerá,
dará paso a la luz que reina cuando vas a mi lado.
Si llegas, prometo fundirte en la pasión
que arde en mi cuerpo por ti.
Si llegas como te vas,
como ola del mar que viene y se repliega en la arena…
Así tú, al regresar, me encontrarás por siempre.
COMO UN BARCO
Como un barco
navegas por el río de mi vida,
tu oleaje me mueve,
transforma mi energía y el paisaje.
Tú no paras, sigues tu camino.
No te puedo llamar,
sólo te veo alejarte,
mas nada en mí queda igual.
Alguna vez me surcaste.
Volverás algún día a recorrerme,
suavemente,
regresarás para hacerme palpitar…
¿O será sólo añoranza en mi espejo?,
¿será sólo una esperanza?
Dime qué pasará.
¡QUIERO!
Quiero volar libre,
hoy, en este presente,
volar sin pasado o futuro
sin prejuicios ni reproches,
sin ilusión ni despedidas.
Quiero estar entre tus brazos,
aquí y ahora,
en este instante único
sacado del curso del tiempo
como un regalo del destino.
Quiero fundirme en tu energía
y desaparecer para encontrarme en ti,
ser simplemente, como si el mañana no existiera.
Desde el lente que soy,
mi fuego ha de quemarte,
de derretir los temores de entrega que hay en ti todavía.
Quiero desvanecer mi escudo para que logres ver quién va detrás.
Quiero mirar más allá de tus ojos y encontrar tu alma:
tu alma
que sabe la verdad de la mía.
Quizás así me reconozcas.
Quiero confiar en que la antigua magia volverá
—alma mía, sé sabia para susurrarle la verdad,
y que pueda aceptarla—.
Quiero gozarte más allá de lo vivido,
descubrir caricias y envolverte en un ritual de amor,
sin fin.
Quiero que sepas, pese a todo,
que el destino se impulsó para encontrarnos,
para unirnos
y estremecernos.
Todo ocurre por algo,
todo tiene un sentido.
LO QUE TEMO, TENGO
En las alas de un sueño retrocedo,
vuelvo a sentir, a vivir lo que una vez creí resuelto.
¿Me equivoqué de amor de nuevo?
Tengo un nudo en la garganta
que no logro desatar en las lágrimas.
Me reprocho desperdiciar mi fuerza,
mi ímpetu de amar…
¿Por qué, cuando al fin me entrego,
nada me muestra su eco
y quedo de nuevo sola?
¡Oh, no es nadie más que yo!
¡Soy sólo yo quien no acaba de entender
por qué perder al darse!
He decidido aprender de ti,
entregarme a ti en pedazos de tiempo,
mientras me sienta bien.
No sé si podré entregarme poco a poco
sin traicionarme, sin lastimarme.
Y es que, al amarte, tal como quieres
retrocedo al amor de mis treinta años:
intenso y libre, pero con precio.
Si entré en él sin saber;
hoy entro aquí sabiendo.
No puedo protegerme,
¡qué absurdo protegerse para amar!
ahora que, sin mirarte, me siento anhelante.
Ya no es tiempo.
Lo vi venir.
¿Qué me pasa?
Si erré y vino el dolor,
algo habrá de cambiar y ya no espero…
Volar,
volar, porque lo que temo, tengo…
La soledad está detrás de tu rostro.
No me puedo engañar.