Regreso a clases en tiempos de pandemia

Regreso a clases en tiempos de pandemia

Araceli Benítez Hernández

docente de la ENMJN

 

 

 

Hace 18 meses, frente a la creciente emergencia sanitaria provocada por el COVID, dejamos de asistir a la escuela. Para evitar la propagación del virus, la cuarentena hizo que casi 32 millones de alumnos y profesores de todos los niveles educativos se quedaran en casa (INEGI, 2020), pues 1 de cada 4 personas en este país somos estudiantes o profesores. Esta importante cifra, no incorpora a todo el personal administrativo y de apoyo que diariamente encuentra en las instituciones educativas su espacio de trabajo.

Sin embargo, los procesos de enseñanza-aprendizaje no se detuvieron. Las condiciones familiares, la conectividad y las habilidades digitales, no eran las adecuadas para trasladar la labor de la escuela a la sala de la casa. No estábamos listos para hacer home office. El sector educativo, junto con otros sectores como el médico, hemos seguido atendiendo nuestras actividades a pesar de estas condiciones. La Escuela Nacional para Maestras de Jardín de Niños (ENMJN) no fue la excepción. A partir del día 20 de marzo del 2020, respetuosos de las indicaciones de la autoridad de la Ciudad de México y preocupados por la salud de todo el personal que la conformamos, desempeñamos desde nuestro hogar las funciones que nos corresponden.

Han sido meses de reconstruir los espacios educativos. Transformar la casa y organizar las actividades familiares fueron sólo dos de las actividades que debimos hacer. Habilitarnos en el uso de las herramientas digitales para la educación a distancia también nos requirió tiempo, pero lo logramos. El trabajo colaborativo de autoridades, docentes, alumnas y personal administrativo y de apoyo dieron buenos resultados. Llegó el tiempo de reincorporarnos al trabajo presencial. Las instalaciones de nuestra escuela se encuentran listas para el regreso. Sabemos de las condiciones inciertas que vivimos en la Ciudad de México, uno de los estados de la República que más ha resentido la pandemia y el consecuente confinamiento.

En estas circunstancias y a días de estar nuevamente frente al pizarrón en los salones de clase, considerando que las alumnas son una parte fundamental de la labor docente, es dable hacer algunas preguntas: ¿Cuál es la percepción de las alumnas frente al regreso a la escuela? ¿Les motiva más la modalidad presencial que la modalidad virtual? ¿Cómo se vio impactado su promedio estudiando desde casa? ¿Prefieren aprender de manera presencial o virtual? ¿Se enfermaron de COVID-19? ¿Cómo afectó a su familia y su salud socioemocional la crisis sanitaria? ¿Están vacunadas?

 

El método

En estas líneas se da cuenta de la información obtenida mediante una encuesta suministrada a las alumnas de 5º semestre de la Licenciatura en Educación Preescolar en la Escuela Nacional para Maestras de Jardín de Niños. Se diseñó y aplicó desde el Curso Herramientas Básicas para la Investigación Educativa. La información se recopiló durante los días del 04 al 06 de septiembre del 2021. Consistió construir y enviar un cuestionario conformado por 25 preguntas en diferentes formatos. De estas, 15 se construyeron con el objetivo de conocer las condiciones y opinión de las alumnas frente al regreso a clases en la modalidad presencial.

Para la recogida de datos se enviaron 224 cuestionarios al mismo número de alumnas que conforman la generación 2018-2022. Se recibieron 207 respuestas lo que representa el 92%. Esta proporción califica para ser considerada una muestra válida; por lo tanto, los resultados pueden ser vistos como indicadores de una tendencia.

Los gráficos que se presentan sólo muestran el dato sin que medie interpretación alguna. Los análisis e interpretación de la información bien pueden ser parte de las actividades de organización del semestre 2022-1.

 

Los resultados

Gráfica 1: aplicaciones usadas

Como puede observarse, 204 (98%), de las alumnas encuestadas respondió que utiliza la aplicación de WhatsApp para comunicarse con los miembros de su curso, seguido por Meet (164), el correo electrónico (150) y en el uso del Zoom coincidieron 112 respuestas.

 

Gráfica 2: Herramientas de Google usadas

Respecto a las herramientas de Google como apoyo para la educación, 181 alumnas (87%), contestaron que usan los documentos de Google, seguidos por el Meet con 167(80%), presentaciones de Google 142 respuestas (68.2%) y 135 estudiantes (65.1%) dijeron que usan formularios de Google.

Gráfica 3: Internet

Como puede verse en la gráfica No. 3, el 97.9 % (190) de las estudiantes afirma que cuentan con internet. Sólo 5 estudiantes indican que no cuentan con él.

Gráfica 4: Equipo con el que se cuenta

A la pregunta “¿con qué equipo cuentas para trabajar en tus cursos?”, 195 personas encuestadas (94.2%), señalaron que trabajan con teléfono celular, mientras que 174 (84.6%) indicaron que cuentan con computadora. 56 estudiantes (27%), contestó que también cuenta con impresora.

 

Gráfica 5: Manejo de las tecnologías

Respecto al dominio de las herramientas y aplicaciones tecnológicas, la mayoría (106 estudiantes) respondió que se encuentra en un nivel 4, siendo el nivel 5 el de experto. Sólo 1 alumna contestó que se encuentra en el nivel 1, es decir, considera que su manejo de las tecnologías aplicadas a la educación es nulo. En el nivel 3 se ubicaron 85 alumnas.

Gráfica 6: modalidad en la que aprende mejor

La gráfica 6 muestra que el 80% (156) de los encuestados dijo que aprende mejor en la modalidad presencial y sólo el 20% (39), coincide en que aprende mejor en línea.

 

Gráfica 7: Motivación según modalidad

En la opinión del 85.1% (156 estudiantes), la educación presencial les resulta más motivante. En contraste, 39 (15%) respondieron que es más motivante la educación en línea.

De las 195 respuestas, 109 (56.4%) estudiantes afirmaron que su promedio mejoró estudiando en línea. Por otra parte, 86 de ellas (43.6%) indicó que su promedio en la modalidad presencial fue mejor.

Gráfica 8: Promedio

Como puede observarse en la gráfica 9, 144 alumnas (58.5%), dicen que prefieren estudiar de manera presencial, mientras que 51 (41.5%), indica que prefiere estudiar en línea.

Gráfica 9: Preferencia de estudio según modalidad

148 (75.9%) alumnas contestaron que sí tuvieron COVID-19 durante el confinamiento. Por su parte, 47 (24.1%), dijeron que no. 

Gráfica 10: Tuvieron COVID-19

Como muestra la gráfica 11, el 73.8% (143 estudiantes) contestó que, durante la emergencia sanitaria, algún familiar cercano tuvo COVID-19. 52 de ellas (26.2%), dijo que no.

Gráfica 11: Familiares con COVID-19

123 alumnas (63.1%), coinciden en que no hubo defunciones en su familia como producto del COVID-19. 72 (36.9%), indicaron que sí tuvieron defunciones en su familia. (Gráfica 12)

Gráfica 12: Defunciones por COVID en la familia

De las 195 respuestas, 127 coinciden en decir que, como consecuencia de la crisis sanitaria, no requieren apoyo emocional. Sin embargo, 68 estudiantes, dicen que sí necesitan atención emocional. (Gráfica 13)

Gráfica 13: Requieren apoyo emocional

Al momento de escribir este reporte, sólo 21 alumnas (10.8%) respondieron que sí están vacunadas, 88 (45.6%) dijeron que sólo cuentan con la primera dosis y 84 (43.1%) respondieron que no están vacunadas. (Gráfica 14).

 

Conclusiones

Después de 18 meses de confinamiento domiciliario, como consecuencia de la emergencia sanitaria, el regreso a clases de manera presencial debe considerar las condiciones en las que se encuentran alumnas y profesores. La aplicación de una sección de 15 preguntas de un cuestionario, aplicado a las alumnas de 5º semestre de la LEP, da información que puede ser valiosa para la organización de las actividades del semestre 2022-1.

Gráfica 14: alumnas vacunadas

Al revisar los datos, se puede concluir que, en estos momentos, las alumnas cuentan con el equipo y conectividad a internet necesarios para continuar las actividades en línea. El manejo de herramientas y aplicaciones en el proceso educativo tampoco representan un impedimento, pues las alumnas se ubican en un nivel alto en el dominio de esas tecnologías. Se puede observar que, durante el tiempo que estudiaron desde casa, el promedio en la calificación de las alumnas mejoró. No obstante, la mayoría de ellas considera que aprende mejor y que es más motivante la modalidad presencial.

Ahora sabemos que hubo alumnas que, durante el tiempo de permanecer en casa, enfrentaron ellas mismas la enfermedad del COVID-19 y que, incluso, hubo defunciones en sus familias. A la fecha, sólo 21 alumnas están vacunadas con un esquema completo.

 

 




Fotos de mi madre niña

Fotos de mi madre niña

 Whitney Bernacho Martínez

estudiante de la ENMJN

 

Hace algunos meses, un pequeño grupo de estudiantes de la ENMJN se congregó, por el solo gusto de hacerlo, con el fin de sesionar en un taller exprés de Escritura y Análisis de Imagen, en compañía del docente Antonio Altamirano y el portal de VOCES. Las fotografías y los textos fueron discutidos entre los participantes y, a su vez, depurados desde cada perspectiva con tal de que incluyeran una reflexión acerca de lo que las imágenes suelen decirnos sin que seamos conscientes de ello. Se publica aquí el primero de los resultados de este apasionante ejercicio. Leamos la emotiva reflexión de la estudiante Whitney Bernacho Martínez. Gracias, Whitney.

 

Esta foto de tonos rosados y oscuros, lo cual refleja ya su envejecimiento, tiene ya mucho tiempo de haber sido tomada. La modesta escena ocurre durante un festival del día del niño en la guardería, donde mi madre, la entonces preescolar Beatriz Martínez, se encontraba junto a dos compañeras que llevan consigo disfraces. Mi madre se encuentra al centro. En esos tiempos, al no haber suficiente sustento en la familia (no se tenía tampoco una buena economía en el país), para ese tipo de festivales se tornaba complicado tener algún disfraz como el que portaban sus compañeras. Era algo que podía resultar costoso.

Desde mi punto de vista, como docente en formación e hija de familia que soy, sé que este tipo de celebraciones exige mucho mayor esfuerzo al “invitado”, ya sea económico o físico, e incluso, sé que no todas las familias asumen estos festivales por lo que debemos tener siempre consideraciones ante todos nuestros estudiantes y no resultar demandantes en este tipo de conmemoraciones. Si lo hacemos así, seremos suficientemente incluyentes con toda la comunidad escolar.

Esta otra imagen fue captada en 1977 por un fotógrafo de oficio que rondaba las calles en Tetelpan en la Delegación Álvaro Obregón. En aquel entonces no había posibilidades de tener una cámara propia pues, como un artículo cotidiano, ésta resultaba demasiado lujosa, a diferencia de ahora que todo mundo tiene acceso a más de una. Y, si nos remontamos a la Historia, la baja que sufrió el valor internacional del peso a partir de septiembre de 1976 afectó a diversas familias, por lo que era común observar gente que se ocupaba específicamente de realizar estas tomas de manera ambulante. Por otro lado, un detalle curioso en esta imagen son esas piernas de alguien que no aparece en la foto y que cuelgan inopinadamente detrás de la cabeza de mi bisabuela (que es la señora que aparece al centro). Ese alguien se trata de mi tía, a su modo era parte de la foto, pero ¿por qué el fotógrafo no la tomaría en cuenta? ¿Se colocaría ella a cuadro de pronto? ¿Las cámaras mecánicas no lograban captar más allá?

De este siguiente par de fotografías aparentemente semejantes, la de arriba representa los preescolares de la generación de 1976-1977, a quienes se les nota serios, con una timidez que tanto a los niños como a la docente se hace patente. La “Sra. Beatriz” (mi madre) perteneció a este grupo, y menciona que precisamente su maestra se conducía de manera severa con ellos; los niños hacían uso riguroso de su uniforme quizás por el nivel de exigencia y autoridad que se tuvo por parte de la maestra. Por otro lado, a diferencia de ésta, en la foto de abajo, se muestra a la generación de 1975-1976 de preescolar, en donde la docente, según cuenta mi madre, transmitía todo lo contrario: amabilidad y calidez, de modo que a los niños se les ve alegres, no se hace uso cabal del uniforme, pues se les distingue con prendas variadas. Al darnos cuenta de este contraste, debemos entender el valor que tiene mostrar una actitud positiva como docentes, ya que esto juega un rol esencial en la enseñanza y la interacción con nuestros estudiantes. La empatía y la autoridad se pueden vincular perfectamente sin necesidad de incomodar a los estudiantes, creando así un buen clima de aula.

A continuación, esta otra foto, la última, fue tomada en un momento de catequesis dentro de la Iglesia de Francisco de Asís en 1980. Beatriz, mi madre niña, menciona que uno de los requisitos necesarios para poder realizar la primera comunión era acudir vestido de monja (para las mujeres) y de monje (para los hombres). Este hecho, en lo personal, me transmite un sentimiento de miedo. La foto al pasar de los años se ha tornado con aspecto de un carmín opaco y desteñido, lo que hace que se vea tenebrosa a pesar de que las niñas vistan en color blanco, pero a lo mejor el hecho de su postura y lo oscuro de la imagen original hacen que se perciba de esta forma. En el sentido tradicional de esa época, la exigencia de portar esa vestimenta nos muestra que la Iglesia ha tenido (y sigue teniendo) un gran peso ante la sociedad, al grado de cambiar los comportamientos a través del ejemplo del evangelio que proclama. Por lo visto, cualquier decisión humana puede tener relación con asuntos que afecten al espíritu.

Las fuentes primarias y secundarias a las que accedí durante este trabajo fueron obtenidas a través de fotografías caseras, las cuales al final me permitieron comprender parte del pasado de mi familia que, a su vez, se halla dentro de un tiempo histórico y que, no obstante, sigue transcurriendo dentro de nuestra actualidad. Eso me permitió entender más de cómo y por qué son las formas de ser tal como hoy son, la mía y la de mi madre.

 




Vivir bien para morir ¿cómo?

Vivir bien para morir ¿cómo?

Valeria Peña López

  Estudiante ENMJN

 

Ensayo seleccionado para su publicación como parte de la asignatura Optativa: Producción de Textos Académicos, impartida por la Profra. María Esther M. Fuentes Martínez.

 

Desde el momento en que nacemos estamos rodeados de planes, de elecciones no hechas ni tomadas por nosotros. Claro está, los padres ya eligieron nuestro nombre, concibieron cómo seremos educados, bajo qué reglas e incluso bajo qué religión, hay quienes ya previeron el colegio al que asistiremos o, en casos más extremos, hay padres que ya eligieron a la persona con la que su hijo o hija contraerá matrimonio, pero ¿qué padres han siquiera pensado en la posibilidad de tener que decidir cómo o cuándo morirá su hijo? Se nos prepara para vivir y, de ser posible para vivir bien, pero casi nunca se nos prepara para morir.

Hoy en día, la eutanasia, el derecho a morir dignamente y el suicidio asistido, siguen siendo temas controversiales en los que las opiniones se dividen y contradicen, por lo que llegar a un acuerdo resulta casi imposible. En este ensayo expresaré mi punto de vista al respecto.

Para una gran mayoría, el concepto de ‘muerte’ suele tener una serie de connotaciones negativas, por lo que llega a ser un asunto difícil de tratar, olvidando en ocasiones que como seres humanos somos entes finitos y la muerte nos resulta inherente. De una u otra forma llegamos a ella, pero no saber qué pasará con nuestro ser al llegar a este punto terminal de la vida nos causa angustia e incluso temor.

Como menciona el médico Cerejido (2008) “la muerte pone, entonces, un límite neto a la capacidad de conocer, pues nadie ha regresado de la muerte para explicar qué sucede después. La muerte interrumpe definitivamente el flujo de significado, es por lo tanto la angustia por excelencia”. El ser humano como ser racional y pensante tiende a sentirse seguro cuando sabe de lo que habla, por consecuencia, lo que no conoce y, peor aún, lo que hasta el momento no tiene forma de ser conocido, le causa un temor y recelo dando como resultado evadir el tema, tratarlo lo menos posible o rehuir hablar de ello.

Sin embargo, por más que le demos la vuelta a la cuestión de la muerte, a todos nos alcanzará alguna vez en nuestra vida y nos enfrentaremos a ésta de una u otra forma: ya sea la muerte de un familiar, de un conocido o simplemente enterarnos por las noticias que falleció tal personaje o alguien célebre.

El impacto que esto produce en nosotros ocurre en menor o mayor medida según sea el caso de la pérdida, pero, qué es lo que pasa cuando nos enteramos de que aquella persona o ser querido decidió darle fin a su vida por “x” o “y” razón, es algo todavía más complicado de asimilar; pero si nos ponemos a reflexionar el porqué de lo acontecido puede que terminemos entendiendo e incluso sintiendo empatía con aquella decisión. Para llegar a esta reflexión hay que tener medianamente claro algunos términos, como eutanasia y muerte digna.

En su texto “Eutanasia: concepto legal”, Macías Gómez (2008) maneja los siguientes conceptos:

El término eutanasia deriva del griego: “eu” (bien) y “thánatos” (muerte). Es todo acto u omisión cuya responsabilidad recae en personal médico o en individuos cercanos al enfermo, y que ocasiona la muerte inmediata de éste con el fin de evitarle sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de su vida. Cabe inicialmente destacar dos datos relevantes: para que la eutanasia sea considerada como tal, el enfermo ha de padecer, necesariamente, una enfermedad terminal o incurable, y en segundo lugar, el personal sanitario ha de contar expresamente con el consentimiento del enfermo.

Muerte digna u ortotanasia se alcanza siempre rechazando el empleo de medios desproporcionados para el mantenimiento de la vida. Consiste en dejar que la muerte llegue en enfermedades incurables y terminales, tratándolas con los máximos tratamientos paliativos para evitar sufrimientos, recurriendo a medidas razonables. Se distingue de la eutanasia en que la ortotanasia nunca pretende deliberadamente la muerte del paciente. La muerte digna es, en definitiva, la muerte con todos los alivios médicos adecuados y los consuelos humanos posibles. (p.2-3)

En este punto considero conveniente relatar una experiencia personal, con el fin de exponer la razón por la que me encuentro a favor de la “muerte digna”.

Clifford tenía ya 17 años de edad, bastantes años considerando que Clifford no era un ser humano sino una hembra canina, la mejor de todas. Reconozco que sus últimos días en este mundo fueron difíciles, tanto para ella como para mi hermana y desde luego para mí, que fuimos quienes nos hicimos cargo de ella. Fueron tres días los que estuvo canalizada debido a que comía muy poco y comenzaba a deshidratarse, apenas se levantaba de la cama y su ánimo estaba bastante decaído. Al verla así, se nos vino el mundo abajo porque éramos conscientes de que su desenlace estaba por llegar, y aun sabiéndolo, nos rehusábamos a aceptarlo.

En su último día de vida, recibimos los resultados de unos análisis que reflejaban que el cuerpo de Clifford ya no respondía como debía y tenía daños imposibles de revertir. En ese momento no fue tan difícil tomar la decisión de “dormirla”. Estoy segura de que más bien se trataba de un acto de amor con el que se sopesó que dejarla vivir sólo significaría prolongarle una agonía dolorosa y que, al final, irremediablemente la llevaría a la muerte. A final de cuentas Clifford murió sin dolor y rodeada de aquellos que la amamos, sin duda fue una muerte digna.

¿Por qué si Clifford, o cualquier otra mascota, pueden recibir una muerte digna, sin dolor y rodeada de sus seres queridos, no así un ser humano? Entiendo bien que es un aspecto complejo en el que se involucran múltiples ramas, como la medicina, la bioética, las leyes y hasta la religión. Sin embargo, no es un tema nuevo, pues existe ya todo un historial detrás, pero sin mucho avance. Si bien hay algunos países en los que la eutanasia está legalizada como en Holanda, son más los que aún no, México va caminando en ello.

Más allá del aspecto legal y de toda la controversia alrededor de este tema, para mí es un asunto humano y de empatía, por lo que considero que todos deberíamos tener ese derecho a decidir no sólo cómo vivir sino también cómo morir.

 

 

Referencias Bibliográficas

Macías Gómez Ramón. (2008) “Eutanasia: Concepto Legal” Consultado el 17 de enero del 2017.

Cerejido, Marcelino, disponible en: http://www.eutanasia.ws/hemerotecaz14.pdf&ved=0ahUKEwiqz7b_2s7RAhWiqlQKHRoBBa0QFgglMAI&usg=AFQjCNH4wgpPd9qyF_LSRlQgdJge0XjCJA&sig2=lodbc50zgfFpnGtEF3eusw

Soberón G., Feinholz D. (2008) “Muerte digna. Una oportunidad real”. Secretaria de Salud. México

Taboada P. (2000) “El derecho a morir con dignidad”. Acta Bioética; año VI; no.2. Chile. Consultado el 17 de enero del 2017. Disponible en: https://www.scielo.cl/pdf/abioeth/v6n1/art07.pdf&ved=0ahUKEwiipM-o3s7RAhVIrlQKHWaUBGwQFggvMAM&usg=AFQjCNFHsJ0-06eKT_X8Rm8c9g-9T4XfWw&sig2=C8K-sE1-Ow02KH2nY7ytAQ