¿Qué camino queremos que siga nuestro hogar en la Tierra?

¿Qué camino queremos que siga nuestro hogar en la Tierra?

Hagamos un Pacto Educativo Ambiental en la ENMJN

Mishel Yadira Martínez Gómez

y Luciana Miriam Ortega Esquivel

docentes de la ENMJN

 

 

 

“Nuestro planeta es un solitario grano de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve.”

Carl Sagan

Las generaciones presentes nos enfrentamos a una crisis de humanidad que trastoca la vida planetaria. El 24 de octubre de 1946 Estados Unidos tomó la primera fotografía de nuestro planeta registrada a 65 kilómetros de distancia de la Tierra. Este hecho cambió la forma de ver nuestro mundo. La imagen evocó sentimientos de inmensidad que hicieron pensar a la humanidad por primera vez, cuán pequeño es nuestro planeta dentro de una galaxia. La fotografía de nuestro globo terráqueo nos demostró que la percepción humana y la tecnología se encontraban enrutados en una constante evolución.

FOTO: NASA. Primera fotografía de la Tierra tomada el 24 de octubre de 1946 por una cámara montada a un viejo cohete de la Segunda Guerra Mundial

 

Más adelante el 7 de diciembre de 1972 el equipo de tripulación del Apolo 17 tomó la fotografía “The Blue Marble”, fue la primera vista completa de la Tierra. Esta imagen nos mostró que la Tierra es especial, simplemente por ser el lugar donde cohabitamos diversos seres vivos.  “The Blue Marble” permitió que la humanidad admirara el sistema de conexiones e interconexiones naturales de recursos finitos, donde cualquier alteración afectaría a todo el planeta en su conjunto.

fotografía: NASA

Admirar a lo lejos la belleza de la Tierra y reconectarnos desde cerca con ella, hará posible que podamos inspirar y proponer cambios sobre nuestra forma de ver, pensar y relacionarnos con el mundo a partir de nosotros mismos, la relación con los demás y en el entorno que compartimos (Sauvé 2019).

A pesar de los años transcurridos desde que la humanidad tenía evidencia de la vulnerabilidad y los recursos finitos del planeta, actualmente los retos medioambientales como el cambio climático, la contaminación de los mares y los océanos, la pérdida de la biodiversidad, la erosión de los suelos entre otros, pone en riesgo la vida de la especie humana. Para enfrentar la degradación que sufre nuestro planeta desde mediados del siglo XX se adoptaron convenios y declaraciones de orden jurídico tanto a nivel nacional como internacional.

Para facilitar la aplicación de los acuerdos, en el año 2018 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 72/277 llamada “Hacia un Pacto Mundial por el Medio Ambiente” (ONU, 2018). Su objetivo se centró en brindar un marco general para el derecho ambiental internacional, la implementación de la legislación ambiental internacional que apoyara el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este pacto es el antecedente que nos invita a proponer a la comunidad educativa de la Escuela Nacional para Maestras de Jardines de Niños nuestro propio “Pacto Educativo Ambiental” basado en los cuatro pilares de la educación recogidos en el informe a la UNESCO “La educación encierra un tesoro” (Delors, Coord.,1996). A continuación, se presenta el:

Pacto Educativo Ambiental

Para consolidar las acciones como colectivo docente en el programa institucional para el combate al cambio climático, cuidado medioambiental y desarrollo de la sustentabilidad, en octubre de 2023 se invitó a la comunidad educativa de la Escuela Nacional para Maestras de Jardines de Niños a participar en la consulta del “Pacto Educativo Ambiental de la ENMJN” a través de un formulario de drive, con la finalidad de que cada uno de los integrantes de la comunidad (docentes, personal administrativo, estudiantes y personal de apoyo) lo conociera y, si así lo consideraba, pudiera agregar, sugerir o replantear las ideas que lo integran, de tal forma que las ideas ahí vertidas nos identifique simbólicamente como comunidad que se suma con acciones concretas ante la emergencia planetaria.

Una vez realizada la consulta y obtenida la participación de docentes, personal administrativo y estudiantes presentamos el planteamiento final del pacto educativo ambiental de la ENMJN, reconociendo la importancia de:

 

Aprender a Ser Aprender a Conocer
Ser respetuoso con la vida de todos los seres vivos y establecer relaciones de reciprocidad y cooperación para conseguir una mayor justicia social. Se refiere al desarrollo integral incluyendo aspectos emocionales, éticos y espirituales. Conocer no sólo cómo funciona la realidad de los objetos, sino los seres vivos y las sociedades humanas. Cómo se relacionan y cómo se pueden resolver los problemas emergentes en la actualidad, además de promover la alfabetización ambiental.
Aprender a Hacer Aprender a Vivir Juntos
Hacer un uso sostenible de los recursos y de la biodiversidad, a tomar decisiones y solucionar problemas en situaciones reales. Aprender a participar en grupo para transformar las actuales condiciones sociales y ambientales. Vivir, admitiendo visiones, culturas y saberes tradicionales. Aprender a escuchar otros razonamientos y sentimientos, además de la comprensión de interconexiones entre las comunidades humanas y su entorno.

 

Además, quienes integramos esta comunidad educativa hacemos un compromiso social para construir un vínculo respetuoso y solidario con la Madre Tierra. A partir de las 10R, nos adherimos a las siguientes actividades para minimizar los impactos negativos en el medio ambiente:

 

1) Reciclar

Nos comprometemos a promover, respetar y hacer correctamente la separación de residuos dentro y fuera de nuestra escuela, tales como papel, pet, aluminio, residuos orgánicos, inorgánicos, entre otros; apoyar las campañas para la recolección de residuos para transformar y/o finalizar su vida de manera responsable.

2) Reutilizar

Nos comprometemos a identificar aquellos desechos a los que se les puede dar una segunda vida y aprovecharlos nuevamente.

3) Reducir el consumo

Nos comprometemos a limitar el uso de desechables, transporte, cuidar el consumo de agua y energía, así como de utilizar solo lo necesario.

4) Rechazar

Nos comprometemos a evitar en la medida de lo posible el uso de productos no necesarios, comida chatarra y promoción de publicidad consumista. Utilizar bolsas de tela para reemplazar los bolsos de plástico y usar productos biodegradables.

5) Reforestar

Nos comprometemos a involucrarnos de manera responsable y consciente en proyectos para favorecer las prácticas de cuidado de la vegetación y reforestación de nuestra comunidad.

6) Respetar la vida

Nos comprometemos a cuidar a la Madre Tierra y hacer conciencia, tomando únicamente lo necesario, ocasionando el menor impacto posible y revalorar la vida de todos los seres vivos incluidos nosotros como parte del medio ambiente.

7) Reeducar

Nos comprometemos a reeducarnos desde nosotros mismos como seres humanos y líderes profesionales fomentando la educación ambiental para la transición paulatina a prácticas sustentables.

8) Reinventarnos como seres humanos

Nos comprometemos a reinventarnos como ser humano, tomando conciencia sobre el impacto que pueden tener nuestras decisiones y acciones en el medio ambiente.

9) Redistribuir

Nos comprometemos a la distribución justa y equitativa de las responsabilidades para favorecer una convivencia sana que evite el trato de las desigualdades sociales tanto en el hogar, escuela y comunidad. Adquirir productos que no promuevan la explotación laboral, económica o de recursos naturales.

10) Reglamentar

Nos comprometemos a conocer, cumplir y difundir las reglas, normas y reglamentos existentes para el cuidado del medio ambiente a reconocer mi nivel de responsabilidad al ser parte de una comunidad dedicada a la educación integral del ser.

 

 

Referencias

 




El largo camino a la sostenibilidad empieza en el preescolar

El largo camino a la sostenibilidad empieza en el preescolar

Ana Cecilia García Santaella

estudiante de la ENMJN

 

Ilustraciones de: Benjamin King

 

 

Crecí en un contexto en el que el cuidado del medio ambiente fue siempre un pilar fundamental en mi formación y, aunque todos los días procuro encaminarme a reducir mi huella medioambiental llevando a cabo pequeñas acciones que disminuyan el deterioro del mundo, la realidad es que estoy lejos de ser una persona ‘cero desperdicios’ (zero waste).

Sabemos que es prácticamente imposible no generar residuos en un mundo que, a diario, es movido por el capital de lo que fabricamos y producimos los seres humanos, Rojas menciona que la meta última de ‘Zero waste’ es, como su nombre lo indica, eliminar por completo la basura que es enviada a los botaderos, rellenos sanitarios e incineradores. Desde luego, en la práctica, significa reducir esto al mínimo posible.” (2011, p.1). A pesar de que la anterior definición va enfocada principalmente a la reducción de la contaminación que genera el sector industrial, cada persona puede incorporar de manera cotidiana, pequeñas acciones que se reflejarán en resultados masivos al irse sumando con las de otros.

En mi caso, esto lo fui aprendido en combinación entre la escuela y la casa, en donde mis padres, viniendo de “los años dorados del consumismo” y, aun sin conocer la teoría de las tres ‘R’, me enseñaron a: reducir, evitar comprar por comprar en exceso o generar basura innecesaria; re-usar, volver a utilizar objetos que están en buenas condiciones o rehabilitar los que necesitan algún arreglo para continuar utilizándolos, y a reciclar, crear un nuevo objeto útil a partir de otro.

Fueron no pocos los aprendizajes sin nombre que se intercalaron y complementaron con otros varios que fui adquiriendo dentro de la escuela, entre los que resaltan: utilizar desde nivel preescolar botes de basura de diferentes colores para poder separar los residuos (orgánicos, vidrio, papel y cartón, plástico-pet, aluminio y otros); sembrar y cosechar año con año rábanos y zanahorias que comeríamos al final de los cursos; proyectos ecológicos para cuidar el medio ambiente; crear papel reciclado desde cero; cultivar con hidroponía y, más adelante, debatir sobre la disminución de los recursos no renovables por la sobrepoblación mundial.

Todos esos conocimientos, que se empezaron a sembrar en mí desde el nivel preescolar, hicieron que con el tiempo adquiriera un gran interés y gusto por colaborar, en medida de lo posible, con el cuidado del medio ambiente. Razón por la cual considero que el tiempo de la educación preescolar es el momento adecuado para empezar a fomentar, en los niños y niñas, el amor por la naturaleza, logrando motivarlos para que vayan adquiriendo actitudes que ayuden a conservar nuestro planeta.

 

Es preciso pues reconsiderar la finalidad de la educación a la luz de una concepción renovada del desarrollo humano y social que sea a la vez justa y viable. Esta concepción de la sostenibilidad debe tener en cuenta las dimensiones sociales, medioambientales y económicas del desarrollo humano y las diferentes formas en que se relacionan con la educación: ‘Una auténtica educación es aquella que forma los recursos humanos que necesitamos para ser productivos, seguir aprendiendo, resolver problemas, ser creativos y vivir juntos y con la naturaleza en paz y armonía. Cuando las naciones toman medidas para que una educación así sea accesible a todos a lo largo de toda su vida, se pone en marcha una revolución tranquila: la educación se convierte en el motor del desarrollo sostenible y la clave de un mundo mejor. La educación puede y debe contribuir a un desarrollo sostenible mundial. (UNESCO, 2015, p. 32.)

 

Aunque no se trata de volvernos mártires y nunca consumir nada (actitud que es casi imposible llevar a cabo en este sistema de producción); sí se trata de educar y de educarnos hacia un consumo más razonado, un uso adecuado de los recursos naturales y una búsqueda por el bienestar comunitario y no exclusivamente individual, para lograr, así, un mundo más justo y sostenible, entendida esta palabra como “la acción responsable de los individuos y las sociedades con miras a un futuro mejor para todos, a nivel local y mundial, un futuro en el que el desarrollo socioeconómico responda a los imperativos de la justicia social y la gestión ambiental.” (UNESCO, 2015, p.21).

Por lo tanto, el reto docente que planteo, en cuanto a educación ambiental, es aplicar estos conocimientos con los niños y niñas, pero, al mismo tiempo, empezar a vivir de forma más sostenible con el fin de seguir enseñando con el ejemplo. Trabajar con el cuidado del medio ambiente, no sólo logrará formar seres humanos más conscientes y comprometidos con el planeta, sino que permitirá a los y las docentes trabajar temas de ciencia, proyectos multidisciplinarios, de empatía (con los otros y con la naturaleza), e incluso bajo el manejo adecuado de la economía familiar.

A pesar de que sabemos que gran parte del problema medio ambiental se debe a la contaminación industrial, no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando a que las cosas cambien por sí solas; nosotros los docentes podemos ser agentes de cambio con los niños y niñas para motivarlos a vivir de forma más sostenible. Para lograrlo también es fundamental trabajar con los padres de familia, debido a que son ellos quienes pueden ayudarnos a reforzar estos conocimientos en casa.

Los y las educadoras podemos contribuir bastante con nuestra práctica profesional, inculcando en nuestros alumnos el interés por preservar el medio ambiente (justo como me pasó a mí), formando seres conscientes que disfruten de proteger la naturaleza y sus recursos; seres que contribuyan a retrasar, en medida de lo posible, el calentamiento global y los estragos que, a lo largo de la historia, el ser humano ha ido dejando a su paso por todo el planeta.

 

Referencias Consultadas:

Carosio, A. (2008). El género del consumo en la sociedad de consumo. La ventana. Revista de estudios de género, 3 (27), 130-169. Recuperado de: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-94362008000100006&lng=es&tlng=es

Rojas J. (2011). La filosofía “Zero waste”. Éxito empresarial. CEGESTI. No. 159. 1-3p. Recuperado de: https://www.cegesti.org/exitoempresarial/publicaciones/publicacion_159_030811_es.pdf

UNESCO. (2015). Replantear la educación: ¿hacia un bien común mundial? Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. 93 pp.  Disponible en: www.unesco.org/open-access/terms-use-ccbysa-s

 

 

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