De la seducción al sometimiento en un beat

De la seducción al sometimiento en un beat

Rafael Ramos

 

 

Hace algunos días, mientras conducía en compañía de mi hija de 16 años, sonaba un ritmo armónico y pegajoso. Espontáneamente los brazos, el dorso, la cabeza se acomodaron y en sintonía con el beat de la rola, bailamos en el asiento. Admito que no reparé en la letra, pues el puente musical se superpone a las palabras con fuerza. Escuché cantar a mi hija, su entusiasmo, simplemente era contagioso.

De pronto escuché: “una molly y se calienta…”

Quedaba camino por recorrer, había tránsito y del punto de origen al punto de destino faltaban unos 25 minutos, señalaba el Waze. Así que regresé la canción, al tiempo que subí los cristales, para poder ahora aislar las interferencias, y me puse atento a la letra:

“…las babies y el alcohol, ya me pegué un jalón,

pues es lo verga, la mota en su entrepierna

me dio su vape de menta, prueba una molly y se calienta

ah, ah, ah (…) me llevo a dos,

tres morras directito al cinco letras,

hey directito al cinco letras(Favela, 2023).

 

La alegría en mi hija no decrecía, incluso entonaba con mayor fuerza el estribillo, repetía con énfasis e ímpetu subversivo que cuestionaba mi sistema de valores… “Es lo verga, me pide que se lo meta…” Ciertamente, una inflexión que no destaca por su misterio; diría, incluso, un juego de palabras ordinario, burdo, pero adhesivo. Dos reflexiones surgen a partir de escuchar Marca registrada, de Alex Favela.

1) La normalización del uso de sustancias psicoactivas en los hits musicales de Spotify (con el puesto núm. 6 en México). Alcohol, mota, molly, pase de lavada, perico, vape. Un mensaje que se inscribe en la mente de las y los jóvenes, sin pudor, un grito libertario, que rompe con ataduras inherentes a la diversión donde el espíritu moralino, conservador, queda desterrado.

Es-lo-verga”, representa la posibilidad del hedonismo en su forma prístina: “la creencia que dicta que el placer es el principio moral de cualquier acción” (Ethics Unwrapped, 2023). El acceso al deleite es posible, basta transitar en los caminos en que el dinero no es tema de apremio.

Troca Mojave, armas de fuego, sustancias psicoactivas, mujeres, ausencia de reglas; en caso de estorbos, la “fory o la metra” dispuesta a detonar las cadenas que pretendan sujetar el gozo. Dinero, sustancias, mujeres son: los garantes del placer. “Es-lo-verga”, es una alabanza a una cultura influyente en nuestro tiempo, sus rasgos esenciales: la omnipotencia, la omnipresencia, antídotos que refrescan, que actualizan la ficción infantil en donde los límites no existen. Es la cultura del gozo, que surge de apetencias hondas o livianas del ser actual. Es-lo-verga, una apología de los negocios que operan por encima de la ley.

2) El segundo tema que surge es, la simplificación o equivalencia entre las sustancias y las mujeres, que son las dadoras de los placeres instantáneos, exquisitos, efímeros, los más deseados. Los proveedores, por excelencia, de los golpes más certeros de adrenalina (adrenaline rush).

El pensador francés Piere Bourdieu, declaró que esta “violencia simbólica” se muestra de formas variadas, donde “los fantasmas masculinos de la omnipotencia se afirman en el dominio total sobre los cuerpos femeninos reducidos a la pasividad.” Y agrega, la “liberación sexual” es una herramienta en la que se perpetua el discurso de dominio (Bordieu, 2012).

Es-lo-verga, representa el imaginario de una mujer-sustancia-objeto, que está sujeta al cumplimiento de los deseos del hombre omnipotente y omnisciente. Es-lo-verga muestra a una mujer subordinada, asediada, asechada, que supuestamente ejerce, sin embargo, su libertad sexual, de un modo que, por cierto, ignora sus apetencias, pero que cuenta con la “gracia y sensibilidad” del hombre que puede sentirlo todo, incluso, lo que se halla fuera de él.

Es-lo-verga retrata una mujer-objeto que sacia un retrato con seducción e inspiración etérea, y envuelve en un ritmo pegajoso el ansia dominante a la manera de un perverso, que es quien “conoce de manera certera su goce, en tanto que él reconoce muy bien de qué forma, dónde y con quien logra llegar a su propia satisfacción” (Lhoeste Charris & Polo Cumplido, 2018). Más allá de lo mojigata que puede parecer la reflexión, queda abierta la pregunta: ¿Las creaciones artísticas, en su modalidad de canciones, son vehículos del estatus quo a propósito de la violencia por razón de género?

 

 

REFERENCIAS:

Bordieu, P. (2012). Revista de Sociología. Obtenido de https://revistas.udc.es/: https://revistas.udc.es/index.php/RELASO/article/view/relaso.2012.2.1.1203/g1203_pdf

Favela, A. Letras. (01 de octubre de 2003). Obtenido de letras.com: https://www.letras.com/alex-favela/elovrga-part-grupo-marca-registrada-y-joaquin-medina/

Lhoeste Charris, Á. E., & Polo Cumplido, Y. (2018). Análisis terapéutico psicoanalítico de la perversión y el goce en la destrucción del otro. redalyc, 447.

 




Género, confinamiento y microviolencias

Género, confinamiento y microviolencias

Cómo reflexionar nuestra nueva cotidianidad

 

Mónica Villafuerte Alcántara

Mercedes Beatriz Ríos Cortés

Docentes de la ENMJN

 

 

 

 

Hablar en estos momentos de equidad de género significa cuestionar las prácticas sociales y la construcción de los roles estereotipados a partir de los diferentes agentes de socialización, como son la familia y la escuela. Ante la presencia de la violencia en todas sus manifestaciones, y específicamente aquella basada en el género, es urgente reconfigurar las relaciones entre géneros desde diversas esferas de la vida, tanto pública como privada; ante ello el uso de la perspectiva de género nos permite:

  • Entender los viejos problemas en torno a dichas relaciones, con un nuevo enfoque que posibilita dar visibilidad a las problemáticas específicas de mujeres y de hombres;

  • así mismo, nos permite comprender que existe una asimetría fundamental entre ambos, y que eso es producto y manifestación de relaciones de poder construidas a lo largo de la Historia.

Todo esto lleva a dimensionar que la desigualdad entre mujeres y hombres es un hecho cultural y, por lo tanto, puede y debe ser modificado. Ante tal situación, el reto entonces es sacar del terreno biológico lo que determina la desigualdad de género entre los sexos y colocarla en el terreno simbólico para, de esa forma, ejercer su reconstrucción. En este sentido, hablar de violencia en todas sus expresiones conlleva necesariamente entender sus causas y sus efectos, pero, sobre todo, implica comprender cómo es que, de manera sistémica y estructural, ésta inhibe el desarrollo integral de las personas y los grupos en los ámbitos de la vida pública y privada, principalmente de las mujeres.

Lamentablemente, en el panorama actual, muchas de estas desigualdades de partida entre mujeres y hombres se manifiesta en sectores poblacionales que presentan una mayor vulnerabilidad, como es el caso de las mujeres de comunidades originarias, de las trabajadoras del hogar, de mujeres que viven con VIH, o bien, de mujeres migrantes, entre otras; y también en aquellas mujeres que viven de manera quizá más “sutil”, pero igualmente perjudiciales, y he ahí las llamadas “microviolencias”, esas incidencias que encontramos tanto en los núcleos familiares como en las calles, o en las formas de relacionarnos en los espacios laborales, ese tipo de violencia que es “el pan de todos los días” y que las mujeres vivenciamos como limitantes para nuestro desarrollo integral. Sin duda, los efectos de la violencia sobre la salud mental disminuyen la capacidad de las mujeres para desempeñarse en la vida social, pues diezman su autonomía ante lo cotidiano, así como su abanico de posibilidades para decidir sobre el plan de vida: cómo llevar la sexualidad, el desarrollo académico y profesional, entre otros aspectos esenciales.

A todo ello, desafortunadamente, se suma la situación que vivimos a causa de la pandemia de COVID-19 que, en gran medida, recrudece la situación de desigualdad social y coloca a las mujeres en una mayor situación de riesgo ante los tipos de violencia, como es el caso de las violencias psicológica, física, patrimonial, institucional, económica, estructural, sexual y, en su extremo, la violencia feminicida.

Quizá, en un principio, sea difícil identificarlo dentro de nuestras propias historias, en el día a día, en casa o en nuestra circunstancia. No obstante, para hacer conscientes de esta situación, podemos pensar tan sólo en aquellas frases e ideas comunes, como: ¿te vas a poner eso?, ¡esa falda está muy corta!, ¡sírvele de comer a tu hermano!, ¡eso es de mujeres!, ¡ya andas de ofrecida!... etc. Además de ello, podemos pensar: ¿y quién lo manifiesta?: ¿mi pareja?, ¿mi padre?, ¿mi madre?, ¿mis amigas?; ¿mis compañeras o compañeros de trabajo? Una forma de saber que estamos experimentando algún tipo de estas violencias es identificar en nosotros indicadores básicos, como la incomodidad, la injusticia o la vergüenza que estos señalamientos nos provocan, y saber y decirse a nosotras mismas una y otra vez: ¡definitivamente no me lo merezco!, ¡yo tengo derecho a ser y a expresar mi ser!

De ahí que sea necesario reflexionar cómo cada una de nosotras, en nuestra condición de docentes, de estudiantes, de madres, hijas, hermanas, compañeras, parejas, vivimos en mayor o menor medida dichas microviolencias; y, sobre todo, cómo podemos construir, todas y todos, mejores alternativas para desaprender las manifestaciones de las mismas.

Para ello, es trascendental sumar esfuerzos con el fin de sensibilizarnos ante esta realidad, pero también con el fin de construir redes de apoyo que posibiliten la escucha empática y la orientación a las mujeres de nuestra comunidad: Esto se puede lograr a través de diversos mecanismos (informativos y de sensibilización), por ejemplo; empezar por conocer las instancias a las que se pude recurrir en caso de ser víctima de violencia de género, generar espacios de acompañamiento, entre otros. Así mismo, es necesario cuestionarnos acerca de las propias formas en las que cada una y cada uno vivimos, reproducimos y/o minimizamos las manifestaciones de las violencias; para lo cual será imprescindible encontrarnos en el diálogo y la construcción de relaciones más equitativas que promuevan la vida libre de violencia en nuestra comunidad. Tenemos este reto justo enfrente, ante todas y todos. ¿Te sumas?

 

 

 

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Hagamos visible lo invisible

 

Hagamos visible lo invisible

FRENTE AL ESPEJO: Programa de género en la ENMJN

A. Teresa Alcántara Ortiz

docente de la ENMJN

Ilustraciones: Luiz Stockler

 

Vivimos en un mundo en donde nos escondemos para hacer el amor, pero la violencia es practicada a plena luz del día

John Lennon

 

 

 

Dentro de la semana intersemestral, se presentó a la comunidad el Programa de Género, el cual tiene como objetivo “Diseñar, implementar y evaluar estrategias orientadas a la comunidad educativa, para la promoción de la equidad en la ENMJN con la finalidad de dar cumplimiento a la normatividad en materia de género y atender situaciones asociadas al mismo”.

Previo a la presentación de este programa, durante el mes de noviembre y en el marco del Día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres, el 25 de noviembre, contamos con la presencia de dos conferencistas: Eva Munguía Paz, del INMUJERES CDMX, y Ernesto Silva Hernández, de la Red por la Defensa y Derechos de la Infancia en México, quienes hablaron a la comunidad educativa sobre la importancia de visibilizar la violencia, de reconocer a los otros, así como de destacar los derechos de la infancia.

Eva Munguía compartió con las estudiantes de tercer y séptimo semestres algunos datos estadísticos sobre la violencia en la que vivimos cotidianamente en la Ciudad de México, así como sobre lo importante que es identificarla y evidenciarla para poder combatirla y, así, estar en posibilidad de acceder a una vida libre de violencia, construyendo alternativas y actitudes inclusivas.

Por su parte, Ernesto Silva nos habló de los derechos de la infancia y de los documentos normativos que, como ciudadanos y profesionales de la educación, debemos conocer y tener en cuenta en nuestro desempeño como educadores.

Durante la semana comprendida del 19 al 23 de noviembre, estudiantes de la generación de primer año, elaboraron periódicos murales, en los que cada grupo investigó y plasmó elementos que hicieran evidente algunas formas en las que se manifiesta la violencia.

Asimismo, estudiantes de segundo año elaboraron mamparas interactivas con el fin de conocer a partir de la participación y expresiones de la comunidad, donde se pudiera apreciar cómo han vivido la violencia y, por otro lado, que se tuviera la perspectiva de la situación que se vive en la ENMJN respecto al tema y, de esta manera, proponer acciones como parte del programa Asuntos de género de esta casa de estudios.

Desde el punto de vista legal, vivimos en una sociedad que postula la igualdad entre hombres y mujeres, sin embargo, el curso de los días se empeña en mostrar que esa igualdad se da en territorios del discurso y no en los ámbitos de la vida cotidiana, basta revisar las estadísticas y los titulares de los periódicos o, sin ir más lejos, vernos a nosotros mismos y dar un vistazo a nuestro alrededor.

Como lo afirma el Secretario General de la ONU, António Guterres, “hasta que las mujeres y las niñas, que constituyen la mitad de la humanidad, vivan sin miedo, sin violencia y sin inseguridad diaria, no podremos afirmar realmente que vivimos en un mundo justo y equitativo.”

Por eso, consideramos que es preciso mirarnos a nosotros mismos como mujeres, hombres, hijas, hijos, estudiantes, maestras y maestros de la ENMJN; reconocernos cada quien para estar en posibilidad de ‘ver’, de ‘conocer’ y ‘reconocer’ a los otros, para poder considerar a los que representan nuestra razón de ser, es decir, de desempeñarnos como educadoras y docentes.

Como refería Bertha von Glümer, “la niñez, es el periodo formativo en la existencia del hombre, el más sensible a las influencias que le rodean, aquel en que el carácter empieza a formarse y que convertirá al niño de hoy, en el hombre de mañana”. Participemos pues en la construcción de una sociedad respetuosa y equitativa en donde la violencia no se transmita entre generaciones y ningún niño sea víctima de ella.

 

 

 

 

 

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