Un día de clases
Jorge Alva López
docente de la ENMJN
El que quiera aprender, que enseñe.
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Lunes, 7:30 de la mañana.
Aún traigo la carga de la pasada semana.
Voy al primer piso de esta escuela-casa,
subo con parsimonia la escalera,
entro en el aula y encuentro treinta caras
atentas a mis gestos y mis palabras.
Saludo y responden, casi todas;
puedo verme en sus ojos: muy atentas
esperan la instrucción y las tareas;
la emoción me llega a la garganta
e inicio lo que, creo, será una clase.
Escuchan, dudan, increpan, meditan,
luego opinan, ¡y ya es su voz!
Se ha destapado el frasco de las esencias.
Yo propongo el conjuro, ellas la magia,
el truco de aprender lo dominan con ventaja
y pronto ya están reformuladas.
Treinta nuevos matices de todo lo que dije.
Yo también me reconstruyo poco a poco
y ya somos treinta y una pasiones resonando.
Dos horas y el éxtasis termina,
Yo estoy completamente recargado,
vuelvo a mis tareas allá, escalera abajo.♦
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