Vida saludable
UNA VISIÓN GLOBAL
Araceli Benítez Hernández
docente de la ENMJN
Perla Lizeth Zamora Ixtla
estudiante de la ENMJN
La salud es un tema que preocupa a todas las instituciones mundiales, desde las cuales se ha dado las pautas y seguimiento para promover la idea de que la salud sea para todos. Esta idea se materializa, especialmente, en programas diseñados para tender a las personas que no pueden tener acceso a ella. La salud, y la concepción que hoy se tiene de ella, es producto de una serie de cambios profundos. Uno de los antecedentes ocurrió en el siglo XIX, cuando el médico Rudolf Virchow fue invitado a investigar una epidemia de tifo en Silesia. Durante su estancia en la región, conoció la miseria e insalubridad reinante. La enfermedad, aunada a la falta de higiene y los sueldos miserables que recibían los trabajadores, hacía que la población enfrentara serias dificultades para sobrevivir. Fue a partir de esa situación que Virchow propuso que se mejoraran las condiciones de los trabajadores, se proporcionara agua potable y buscara limpiar la ciudad en general. Desde ese momento, se empezó a considerar como estrecha la relación entre enfermedad y entono social, por lo que no basta contrarrestar los síntomas de una enfermedad, sino que es necesario prevenirla.
De un concepto de salud, como no-enfermedad, se ha evolucionado hacia otro más global, que considera la salud de forma dinámica, como el estado de bienestar físico, psíquico y social. En 1978, la Organización Mundial de la Salud (OMS), preocupada por garantizar a toda la población cobertura de sus necesidades, como alimentación, agua, saneamiento, vacunación y medicamentos esenciales, celebró en Alma Ata (Kazajistán), la Conferencia Internacional sobre atención primaria de la salud. En dicho evento, los países firmantes tomaron los siguientes acuerdos:
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La salud como derecho humano fundamental y como importante objetivo social.
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La equidad en salud como elemento básico de ésta.
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La estrecha relación entre promoción de la salud y desarrollo económico y social.
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El enfoque comunitario de los problemas de salud.
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El derecho y el deber de participar de forma individual y colectiva en la gestión de la salud.
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La obligación de los gobiernos de cuidar de la salud de los pueblos (pág. 11).
Resalta en dichos acuerdos la consideración de que toda persona tiene derecho al acceso a los servicios de salud sin importar el nivel económico que tenga. Sin embargo, se asume que no basta con brindar servicios para mitigar las enfermedades. Se sostuvo que hablar de salud trasciende a tener como foco principal la enfermedad. Uno de los aspectos más sobresalientes es una visión global e integradora que incluye velar por los otros derechos humanos. Así, hablar de salud involucra cuidar el agua potable, el saneamiento, la alimentación, la vivienda y, por supuesto, la educación (OMS, 2017).
Posteriormente, en Ottawa, Canadá (1986), en la Carta para el Fomento de la Salud, se recuperaron los compromisos y enfoques de Alma Alta. La mayor aportación de la Carta, estuvo referida al concepto mismo de salud y, a partir de este evento, a conceptualizar la salud, desde un enfoque integral que incluye aspectos sociales y culturales. Estos enfoques hoy son retomados por las agendas de los gobiernos para diseñar las políticas locales.
En franca articulación con la UNESCO, la OMS, para el año 2000, impulsó el programa Salud para Todos (SPT). Según este programa, por “salud” ha de entenderse como un estado personal de bienestar, no sólo la disponibilidad de servicios sanitarios, sino el estado de salud que permita a una persona llevar una vida social y económicamente productiva. Así, puede observarse un franco viraje en la atención de la salud, desde un campo específico de las ciencias médicas hacia un planteamiento transdisciplinario donde se incluyen aspectos sociales, culturales, demográficos, de género, etc.
A partir de este nuevo abordaje de lo que significan salud y enfermedad, aunado a los avances científicos, tecnológicos y de investigación social, según los últimos informes de la OMS, se ha tenido avances en cuanto a la mejora de la salud de la población, lo que ha redundado en que, en diversas regiones del mundo, la esperanza de vida haya aumentado.
Es preciso mencionar que, en la Carta de Ottawa (1986), se empezó a considerar el enfoque preventivo como una línea importante de atención a la población. Este hecho, fue importante para poner el foco de atención en la promoción de la salud, más que en la curación de la enfermedad. Desde este posicionamiento, se acentúa la necesidad de estudios sociales, personales y físicos para dar atención al logro de un estado de bienestar. Al mismo tiempo, se asume que la promoción de la salud no es exclusiva del sector sanitario.
La Organización Mundial de la Salud, desde finales del siglo XX, ya se refería al término “alfabetización en salud” que hace referencia al “conjunto de habilidades sociales y cognitivas que le permite a una persona de cualquier medio acceder, entender y utilizar la información y mantener una vida saludable” (OMS, 1998; 1). Con este hecho, en la exigencia mundial de alcanzar una humanidad sana, el sector educativo tomó relevancia, considerándolo como el espacio natural para adquirir conocimientos y desarrollar habilidades y valores tendientes a mejorar la salud de la humanidad. En este sentido, Edgar Morin, en su libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro escribe:
La educación es “la fuerza del futuro”, porque ella constituye uno de los instrumentos más poderosos para realizar el cambio. Uno de los desafíos más difíciles será el de modificar nuestro pensamiento de manera que enfrente la complejidad creciente, la rapidez de los cambios y lo imprevisible que caracterizan nuestro mundo (1999: 5).
Cabe hacer notar que, en los últimos veinte años, han sido mayores los estudios que analizan el vínculo que tienen educación y salud, ya que, es mediante los procesos formativos sistemáticos, propios de la escuela, se llega a la población donde se pretende crear una conciencia reflexiva de hábitos que se siguen para desarrollar una vida saludable.
Por su parte, la UNESCO, en la Declaración mundial de Educación para Todos (EPT) realizada en Jomtien, en 1990, consideró como su propósito principal alcanzar en verdad la Educación para Todos. Dicho propósito se dirigió más a garantizar mejor calidad de la educación más allá de limitarse en el incremento de la matrícula. Como parte de la calidad educativa, señala el Programa EPT, se espera que se mejoren las condiciones de aprendizaje, para lo que propone que:
Las sociedades deban conseguir que todos los que aprenden reciban nutrición, cuidados médicos y el apoyo físico y afectivo general que necesitan para participar activamente en su propia educación y beneficiarse de ella. (UNESCO, 1990: 12)
En la declaración Educación para Todos, se considera a la educación como el medio para generar un mundo más seguro, sano y próspero. Así mismo se dejaron de tomar en cuenta exclusivamente contenidos de carácter cognitivos, para tomar en cuenta distintos saberes, valores y actitudes para la vinculación de la teoría con la práctica dirigida a la mejora de la calidad de vida.
En el ámbito educativo, para principios del siglo XXI, derivado del seguimiento del Programa EPT, en Dakart, Senegal (2000), los planes y programas de estudio de las naciones firmantes, incorporaron temas referidos la educación para la salud acompañados de los enfoques social, cultural y preventivo. Para diseñar los nuevos currículos, se tuvo como punto de partida que, para aprender, es necesario tener buena salud.
La idoneidad de los planes de estudios podría mejorarse vinculando la alfabetización y diversas técnicas y conceptos científicos con los intereses y las experiencias tempranas de los que aprenden, por ejemplo, las relaciones con la nutrición, la salud y el trabajo. (UNESCO, 2000: 25)
En ese sentido, la UNESCO, sugiere que se involucre a diferentes instituciones, siendo de las más destacadas los organismos locales dedicados a la salud y a la educación. Sin embargo, es importante señalar que, en el Marco de Acción de Dakar (2000), se reconoció la importancia que tiene la atención a la salud integral y su vínculo con la educación, principalmente en la primera infancia. Se espera, sostiene la UNESCO “que exista una estrecha vinculación entre los distintos subsectores de la educación y entre la educación básica, la salud, la nutrición, el agua potable y el entorno natural, factores fundamentales hoy” (UNESCO, 2000: 15).
Es importante resaltar que, es consenso general que desde los primeros años resulta importante que las niñas, niños y adolescentes (NNA), vivan en ambientes sanos, que les permitan un adecuado desarrollo. Para reafirmar la idea, EPT (200) subraya:
Todo niño debe ser criado en un ambiente seguro y atento para que pueda ser sano, despierto, seguro y capaz de aprender. En el último decenio se aportaron nuevas pruebas de que la buena calidad de la atención y educación de la primera infancia, tanto en la familia como en programas más estructurados, tenía consecuencias positivas en la supervivencia, el crecimiento, el desarrollo y el potencial de aprendizaje. Esos programas han de ser integrales, estar centrados en todas las necesidades del niño y abarcar la salud, la nutrición y la higiene, además del desarrollo cognoscitivo y psicosocial. (p. 15)
En el documento antes mencionado, se visualizaron los resultados de los propósitos descritos en la Educación para todos de 1990. No obstante, en específico, el acceso a la educación, aunque aumentó, no fue en el nivel esperado, pues todavía seis millones de niños y niñas aún no asisten a la escuela.
Dado lo desalentador de los resultados que para el 2000 hubo en educación en todo el mundo, a lo largo de las dos décadas del presente siglo, fortalecer la educación a nivel mundial se ha mantenido como una prioridad, pues, se entiende, que el hecho de que las personas se reúnan alrededor de procesos escolarizados, estas tengan los canales para formarlos en áreas fundamentales como la salud, las cuestiones de género, los derechos humanos, etc.
En el caso de la educación para la salud desde la escuela, desde principios del siglo XXI, se han impulsado acciones para la prevención de enfermedades y el desarrollo de habilidades hacia la toma de decisiones para vivir saludablemente. Según la UNESCO, en el documento Educación 2030: Declaración de Incheon y Marco de Acción (2015), se corrobora que la educación desarrolla las competencias, los valores y las actitudes para que las niñas y niños disfruten de una vida saludable, tomen decisiones fundamentadas y afronten los problemas a escala local y mundial.
En la actualidad la Organización Mundial de la Salud en el documento “Educación para la salud con enfoque integral”, citando los Programas Interdisciplinarios en Atención Primaria de la Salud de la Universidad Industrial de Santander (PROINAPSA),se entiende que la educación para la salud con enfoque integral es un proceso de generación de aprendizajes, que va, desde el autocuidado individual, hasta el ejercicio de la ciudadanía, la movilización y la construcción colectiva de la salud en la cual participan las personas y los diferentes sectores del desarrollo (PROINAPSA, 2014).
En esta lógica aprendemos para vivir plenamente en el ámbito individual y en el ámbito social. Por ello, la educación para la salud desde la escuela se sustenta en procesos sociales de comunicación y diálogo donde, apoyados en estrategias socioeducativas, los participantes comparten sus experiencias con el propósito de empoderarse, por un lado, como individuos, y por otro como miembros de una comunidad cercana, reconociéndose en un marco mucho más amplio como lo es el mundial.
Es decir, vivir en una sociedad sana requiere de la participación de todos. La escuela como institución social es considerada como el espacio natural para el desarrollo de habilidades y valores que favorezcan la formación de ciudadanos sanos preocupados por su responsabilidad en el logro de este objetivo.
Cuando se educa para la salud, se busca una mejor calidad de vida, se educa para vivir de modo saludable. Vivir así refiere, inmediatamente, a una acción. No es un asunto teórico ni de ejercicio exclusivo de la escuela o de los gobiernos. Construir comunidades saludables significa un espacio de construcción colectiva. A la par, hablar de educación para la salud y vida saludable, aleja de la tradicional visión de que estar sano es no tener una enfermedad. Una vida saludable y educar para vivirla involucra aspectos amplios como las condiciones materiales, las cuestiones ambientales, el respeto a los derechos humanos, la atención al medio ambiente, la salud mental de las personas, etc.
A partir de la emergencia sanitaria declarada en marzo del presente año (2020), las medidas de higiene y prevención exigen cambios importantes. Los cuidados para evitar contagios han aumentado por situaciones que no eran comunes en nuestra vida cotidiana. Sin duda, en este marco, la escuela en general, y la educación de la primera infancia en particular, toman relevancia para fomentar actitudes y acciones indispensables para desarrollar habilidades y valores que lleven a la población mundial a asumir su responsabilidad en la conformación de comunidades sanas. Por ello, es muy valiosa toda iniciativa que busque, en cualquier condición, formar a las futuras generaciones y plantear a las generaciones presentes la responsabilidad que, como especie inteligente tenemos sobre el planeta y todas las cosas que en él se encuentran.♦
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